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Cuando un multimillonario (Wilson) financia algo, como
una estación submarina en medio de la nada en el mar al sur de China, seguro
debes pensar que algún negocio sucio está tramando. (Siempre los millonarios
excéntricos financian estas actividades “de investigación” por alguna agenda
secreta…) Su laboratorio /plataforma se llama Mana One y es un sitio super
sofisticado que más pareciera una nave espacial que un laboratorio submarino.
El objetivo aparente es confirmar que las fosas Marianas no son la mayor profundidad
del globo, sino que en el aparente fondo marino existe un “piso” de hidrógeno que en realidad no es más que la “azotea” de
un mundo infinitamente más profundo, un mundo donde moran toda clase de seres
antidiluvianos.
En la estación trabajan El Dr. Zhang (Chao) y su hija
Suyin (Li) (quien tambien es científica marina) Mac (Curtis) y Jaxx (Rose) una
ingeniera que gasta toneladas de gel en el cabello y que siempre parece portada
de revista avant garde. DJ (Kennedy) el
controlador de robótica y “comic relief” del team y el Doc (Taylor) un hombre amargado y con un incidente dramático en su
pasado.
El equipo de exploración conformado por Lori (McNamee)
Toshi (Oka) y The Wall (Òlafsson) son enviados en un submarino a penetrar la
capa de hidrógeno y descubrir que, efectivamente hay todo un mundo bajo de
ella. Solo que en su visita se topan con que, los habitantes de ese mundo hiper
subacuático no son ni receptivos ni amables. Y que tienen tamaños
desproporcionados.
Cuando los intrusos son atacados y hay que rescatarlos,
el único hombre capaz de hacerlos es Jonas (Statham) quien desde luego, después
de un infortunado episodio en su vida “ya no hace esa clase de trabajos”.
Ahora
vive retirado en Thailandia, preocupado únicamente por la cerveza del día.
Cuando como último recurso acuden a él, ignoran las consecuencias que el
peligroso rescate que le proponen va a traer a la superficie.
Al parecer en estos tiempos del vertiginoso siglo XXI las
amenazas en el cine entre más grandes, monstruosas y con apariencia de haber reprobado
recientemente un antidoping de
esteroides son la moda: simios, cocodrilos, lagartijas… y ahora tiburones.
Como si no hubiéramos tenido suficiente diversión con
los escualos en toda la serie de Sharknado
o de Shark Week en Nat geo, ahora
Megalodón pretende sorprendernos con la bonita idea de este ejemplar prehistórico
que se escapa de una fosa marina (tras de un errorcito humano”) para hacer de
las suyas en la superficie.
Desde “Tiburón” en los 70’s el villano marino por excelencia
es el escualo y la más aterradora pesadilla
marina para cualquier ser humano (aunque
lo más cerca que esté del agua sea su regadera) es la de ser destrozado por las mandíbulas de
un tiburón.
Con eso en mente y con Jason Statham al mando, uno
podría imaginar muchas cosas que implicarían violencia, acción y multitud de
crueles ataques sanguinarios alrededor de
Megalodón, ninguna de las cuales forzosamente
sucederá como el tráiler nos incita a pensar.
La principal cuestión es que la película no logra ser ni
tan mala como para reír sin fin, (como Sharknado) ni tan buena como para mantenernos
al borde del asiento (Jaws).
Aún teniendo a Jason al frente, no hay ninguna pelea
cuerpo a cuerpo donde Statham nos demuestre sus mejores golpes, ni ningún personaje
que se haga tan entrañable como para que su desaparición sea un golpe anímico significativo.
No hay trama de historias humanas, no hay tensión
entre los personajes ni se producen momentos entrañables. El monstruo marino
nunca acaba de hacerse creíble y tampoco es una criatura que mate por placer,
solo simplemente sigue su instinto natural nada, caza y se defiende.
El guión no logra cuajar como una obra sólida o
creíble, aparentemente es simplemente seguir de alguna manera una receta.
Es más, pueden reconocerse algunas escenas que benignamente
pensaremos que fueron “homenaje” para Tiburón. Pero que probablemente se
esperaría que hubieran aumentado significativamente su cuota de espectacularidad
y escenas sangrientas debido al tiempo y
los avances en tecnología.
Ese es un problema con la película, los ataques del tiburón (tal vez irónicamente por el enorme tamaño de su
mordida ) no son sangrientos y aterradores (no como cuando vimos aquella pierna
cercenada en Jaws por ejemplo… o el ensangrentado
colchón inflable amarillo del niño en la playa o los restos humanos repletos de
cangrejos en la arena…) Y tampoco llegamos a la gloriosa frase “Necesitaremos
un barco más grande”… Si tan solo una escena de “Megalodón” hubiera tenido la tensión y la música de esa escena
de “Jaws”, hubiera valido la pena.
Los escritores: Dean
Georgaris, Jon Hoeber, Erich Hoeber no parecen haber tenido demasiados problemas
orquestando la historia y más parecen haber seguido un “pintando por números”
que les garantiza uno a uno los elementos necesarios para lanzar esta película
de verano que en momentos pareciera sacada de una producción hecha para
televisión.
Evidentemente el imán en taquilla es Statham, porque
fuera de él todos los demás miembros del elenco, aunque los hemos visto en
repetidas ocasiones en varias partes, nunca han sido líderes de blockbuster.
Qué más tenemos? Encima de la amenaza de un tiburón
gigante agregamos un héroe traumado y “retirado”, una madre/científica divorciada con una hija de ocho años que
siempre escucha todo a su alrededor, un millonario irresponsable, un hombre que
acusa al héroe y lo hiere al señalarle su turbio pasado. Una ex esposa desechable,
una ingeniera fashionista y ruda… y un afroamericano que es el alivio cómico. Manejando
esas cartas está construida la historia.
No se puede decir que sea un absoluto desastre, porque
el terror a los tiburones es un resorte universal (máxime cuando son del tamaño
de una ballena) pero tampoco es adrenalina pura, lo cual para una película de
verano ya es un hándicap.
Toda la acción se enfoca en “Diablos!, es un Magalodón…
No estaba extinto hace millones de años?... Pues está aquí y hay que matarlo.”
La trama de los personajes como personajes, como protagonistas que nos
interesen y nos liguen a ellos simplemente no existe, o se coloca en
situaciones tan forzadas como el supuesto triángulo amoroso entre Jonas, Suyin
y Lori que no provoca ningún conflicto o el poder de antagonista del hábil y
conspicuo multimillonario, quien tiene una agenda oculta. Sí, la tiene, pero el
por sí mismo no atenta contra la vida o la seguridad de los otros participantes;
entonces su poder como introductor de conflicto se desdibuja.
De esta forma todo el poder/objetivo de la película recae
directamente en “tenemos que matar al tiburón y librarnos de sus ataques” aunque
sabemos de seguro que el bicho no va a acabar en directo con el héroe ni con su
pareja, que serían las principales pérdidas anímicas para el público; por lo
que si agregamos esto al visible “pintando por números” del guión, hacen a este
tiburón con todo y su descomunal tamaño, algo que se puede comer de un bocado y
tragarse sin masticar, sin quedarse ni siquiera con el sabor dos minutos después
de abandonar la sala de cine.
Director: Jon Turteltaub
Reparto: Jason Statham, Li Bingbing, Rainn Wilson,
Winston Chao, Cliff Curtis, Page Kennedy, Jessica McNamee, Ólafur Darri
Ólafsson, Robert Taylor, Shuya Sophia, Masi Oka, Ruby Rose.
País: Estados Unidos China
Año: 2018
Género: Acción, Ciencia ficción
Duración: 113 min
Clasificación: Mayores de 13
Fecha de estreno en México: 9 de Agosto 2018
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