Por Julia Elena Melche.
Guapa, atractiva, inteligente, valiente, audaz y decidida, la narcotraficante más famosa y buscada del mundo, nacida allá en Sinaloa, la “tía” Teresa Mendoza, producto de la imaginación del escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte, se mueve como pez en el agua en un mundo tradicionalmente masculino y ultra violento.
Con una inclinación por el relato de aventuras, Pérez-Reverte escribió la novela La Reina del Sur hace 10 años y declara no haberse inspirado en ninguna mujer narcotraficante pues no existía en esa época ningún ejemplo femenino con verdadero poder en el mudo de las drogas. Sin embargo, la historia de Teresa Mendoza “La Mejicana”, parece una calca de la vida de Sandra Ávila Beltrán, conocida como “la Reina del Pacífico”, quien fue arrestada en septiembre del 2007. Una de las más importantes integrantes del cártel de Sinaloa que encabeza Joaquín el Chapo Guzmán, Sandra se convirtió en una leyenda desde hace 20 años por colaborar con los grandes capos de México como Ismael El Mayo Zambada, el Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva. Operadora de logística para la introducción de cocaína a México desde Colombia, fue novia, amante y esposa de narcos y comandantes de policía. Fémina atractiva en un mundo de machos y dueña de una cuantiosa fortuna, vivió siempre al filo de la navaja, donde la muerte asecha y no perdona.
Como la vida de Teresa, la suya está poblada de “muertitos”; un hermano, dos maridos y un novio, por mencionar algunos, pero a diferencia de la primera, ella nació y creció en el mundo de las drogas, incluso se rumora que es sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, el jefe de jefes del narco mexicano de los ochentas.
Pero inspirada o no en Sandra Ávila, la historia de La Reina del Sur, que recientemente fue llevada a la televisión, no deja de ser fascinante por una sola razón. Se trata de una mujer que va adquiriendo poder en el interior de las bandas criminales por el control del tráfico de drogas internacional. Aunque ella no eligió ese camino, Teresa Mendoza se ve forzada a transitarlo, pues su vida está de por medio. Todo empieza con su apasionado romance con un piloto empleado por los Cárteles mexicanos, quien en realidad resulta ser un agente infiltrado de la DEA y es asesinado por quien ella consideraba su amigo y protector, Don Epifanio Vargas, un importante jefe del cártel de Sinaloa. En adelante tiene que huir para no correr la misma suerte que su amado “Güero” y se refugia en Melilla, España, donde se introduce en el mundo de los estupefacientes, formando la más exitosa empresa del tráfico de drogas del sur de España, apoyada por su enorme habilidad con los números y su agudo sentido para los negocios.
Sus amores; un inolvidable y cariñoso “Güero”, un guapo, sexy y apasionado gallego, conductor de lanchas rápidas, un aristócrata genio financiero andaluz. Sus amigos; la bisexual Patricia, una socialité cocainómana, “La Conejo”, su compañera de prisión, Fátima, una incondicional marroquí y un poderoso jefe de la mafia rusa. Sus aliados; un corrupto coronel marroquí, un asesino vuelto luego su guardaespaldas. Sus enemigos; un incansable policía español, “El rata”, “El Batman”, “El Gato”, la mafia italiana, agentes de la DEA. Teresa ha hecho su vida en España, siempre al borde del abismo, huyendo, corriendo, en prisión, entre magníficas mansiones y lujosos yates, entre tequila y mariguana, entre amores y desamores, entre traiciones y lealtades, entre lo lícito e ilícito y con la muerte tocando a su puerta.
Sin duda, la telenovela, que constó de 60 capítulos, significó un paso importante en la carrera de la actriz Kate del Castillo, encargada de dar vida a Teresa. Se trató de un trabajo con un reparto multiestelar, magníficos escenarios de Marruecos y las costas de España y una historia con mucha imaginación, a pesar de que la versión exhibida en México fue censurada en algunas escenas lésbico eróticas y en el lenguaje altisonante.
Sin ser ninguna obra maestra, la novela de Pérez-Reverte se lee con mucho interés. Se conduce entre prosas llenas de suspenso que fluyen renglón tras renglón sin ninguna dificultad. Su adaptación a la televisión fue bastante aceptable y como toda telenovela cumplió con su función; entretener y alimentar el suspenso capítulo tras capítulo. Dejó ver la espectacular anatomía de Del Castillo y su vasta experiencia como actriz de telenovelas. Guapísimos galanes llenaron la pantalla y no faltó la espectacularidad en las escenas de acción.
Con un pegajoso corrido a cargo del grupo musical Los Cuates de Sinaloa, La Reina del Sur se mueve sin duda entre el mito y la realidad, tocando en muchos momentos los terrenos de la fantasía. No obstante, lo seductor de la trama es el seguimiento de una mujer con mentalidad masculina que se introduce y sobrevive en un universo machista, jugando sus reglas y asumiendo las consecuencias.
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