Por Jaime Azrad
Marina (Ariane Labed) tiene una relación íntima con su moribundo padre; con él, comparte todo sin importar el tema, incluso lo extraño y repulsivo que considera al género humano.
Decidida a abrirse al mundo, Marina descubre el misterio de la fauna humana a través de las canciones de Suicide, los documentales de mamíferos de Sir David Attenborough y la educación sexual que recibe de su amiga Bella.
La vida según Attenberg es un testimonio de la sobriedad de la vida en que transcurrimos sin darnos cuenta, pues narra, a través de un estilo realista y natural, las dificultades que puede enfrentar un individuo al introducirse en los modos y formas de la sociedad en la que se desarrolla.
Con diálogos cortos sobre temas tabúes, la cinta logra incomodar hasta al más liberal a partir de frases y actos sencillos, pero que simbolizan los límites sociales en los que nos hemos introducido para calificarnos como ‘normales’. El carácter de Marina es sensato, directo, y no teme ser diferente.
No es común encontrarnos con un personaje así, ella está convencida de su postura. No busca ser entendida, por el contrario, busca entender a los demás, ya que no logra justificar las formas en la que los humanos se relacionan. Le repelen.
El duelo por la próxima muerte de su padre la lleva a desindividualizarse y relacionarse con extraños, a quitarse la ropa ante uno de ellos, simbolizando la desnudez del pensamiento, uno sin los prejuicios que carga. La sencillez en dirección y el lenguaje gráfico de la cinta se traducen en un ritmo lento, con un contenido digno de reflexionarse.
Lo más sobresaliente de La vida según Attenberg sin duda es la actuación de Ariane Labed y la sincera fotografía, nada ostentosa y con el objetivo de retratar una realidad tal cual, demostrando su aspecto estético y cotidiano, con una tendencia minimalista que ayuda a apreciar el objeto retratado sin saturar la imagen.
En cuanto a la historia, hay mucho que decir. Aunque quedarán en las conversaciones posteriores a la cinta los mejores comentarios. Por lo que a mí me toca compartir, aclaro que que puede parecer superficial y vacía, pero al dedicarle unos momentos de reflexión, puede tomar significados personales.
Con esta cinta, Grecia se postula para el Oscar por mejor película extranjera, habrá que ver si resulta nominada.
Marina (Ariane Labed) tiene una relación íntima con su moribundo padre; con él, comparte todo sin importar el tema, incluso lo extraño y repulsivo que considera al género humano.
Decidida a abrirse al mundo, Marina descubre el misterio de la fauna humana a través de las canciones de Suicide, los documentales de mamíferos de Sir David Attenborough y la educación sexual que recibe de su amiga Bella.
La vida según Attenberg es un testimonio de la sobriedad de la vida en que transcurrimos sin darnos cuenta, pues narra, a través de un estilo realista y natural, las dificultades que puede enfrentar un individuo al introducirse en los modos y formas de la sociedad en la que se desarrolla.
Con diálogos cortos sobre temas tabúes, la cinta logra incomodar hasta al más liberal a partir de frases y actos sencillos, pero que simbolizan los límites sociales en los que nos hemos introducido para calificarnos como ‘normales’. El carácter de Marina es sensato, directo, y no teme ser diferente.
No es común encontrarnos con un personaje así, ella está convencida de su postura. No busca ser entendida, por el contrario, busca entender a los demás, ya que no logra justificar las formas en la que los humanos se relacionan. Le repelen.
El duelo por la próxima muerte de su padre la lleva a desindividualizarse y relacionarse con extraños, a quitarse la ropa ante uno de ellos, simbolizando la desnudez del pensamiento, uno sin los prejuicios que carga. La sencillez en dirección y el lenguaje gráfico de la cinta se traducen en un ritmo lento, con un contenido digno de reflexionarse.
Lo más sobresaliente de La vida según Attenberg sin duda es la actuación de Ariane Labed y la sincera fotografía, nada ostentosa y con el objetivo de retratar una realidad tal cual, demostrando su aspecto estético y cotidiano, con una tendencia minimalista que ayuda a apreciar el objeto retratado sin saturar la imagen.
En cuanto a la historia, hay mucho que decir. Aunque quedarán en las conversaciones posteriores a la cinta los mejores comentarios. Por lo que a mí me toca compartir, aclaro que que puede parecer superficial y vacía, pero al dedicarle unos momentos de reflexión, puede tomar significados personales.
Con esta cinta, Grecia se postula para el Oscar por mejor película extranjera, habrá que ver si resulta nominada.
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