Por Perla Schwartz
El monólogo es el género teatral más difícil para ser desarrollado por un actor, le implica el estar solo en el escenario y desplegar sus dotes interpretativas al máximo. Él se debe dar a la tarea de caracterizar a un personaje que sea lo suficientemente creíble y dinámico para mantener el interés del espectador.
Pero un Héctor Bonilla en plena madurez cumple con creces en el monólogo Yo soy mi propia esposa del dramaturgo Doug Wright. Él da vida a Charlotte W. , un hombre que desde joven optó por ser travesti, le imprime a su actuación varios matices y emociones, Charlotte W. se asume en plena Segunda Guerra Mundial, un hombre-mujer fascinado de ser quien fue.
Un ser que vivió en plena libertad. Desde pequeño, fue su tía su mejor cómplice y amiga. Doug Wright lo entrevistó en diversas ocasiones en su natal Alemania, para recopilar el material que forma parte de una obra que es un collage de los momentos estelares de la vida de este peculiar personaje.
La puesta en escena está dirigida con mano firme por Lorena Maza, ella opta por la sencillez, la iluminación y la escenografía minimalista son de la autoría de Sergio Villegas y el vestuario fue diseñado por Cristina Sauza.
La obra da cuenta que la existencia de un travesti no es sencilla, más bien tiende a ser solitaria, en el caso de Charlotte W. se vuelve una coleccionista, sobre todo de fonógrafos y monta un museo de antigüedades, siendo ella misma uno de los objetos a ser exhibidos, cuando su museo es visitado.
Con la caída del Muro de Berlín, ella cambia de giro y monta un bar underground que es frecuentado por disidentes, homosexuales e intelectuales, ella logra sobrevivir entre nazis y comunistas, manejándose con una gran naturalidad. Sigue la consigna de Hans Magnus Enzberger que escuchó de labios de su tía, desde que era niña: “En cada persona existen mezclas de caracteres femeninos y masculinos.”
Héctor Bonilla, además de dar vida a Charlotte W. también se ocupa de recrear a varios personajes que estuvieron cerca, entre ellos al dramaturgo que teatralizó al personaje. El primer acto es la antesala para un segundo acto, intenso y contundente.
Yo soy mi propia esposa tiene un gran intérprete en Bonilla y es una obra que en definitiva defiende la elección sexual que cada cual haga, sin ir en detrimento en la calidad que se tenga como ser humano.
Con una producción de los emprendedores Juan Torres y Guillermo Wiechers, la obra ha tenido una exitosa temporada en el Teatro Rafael Solana del Centro Cultural Veracruzano, donde se presenta actualmente. La dirección es Miguel Ángel de Quevedo 687. Colonia Coyoacán, viernes 20:30 horas, sábado 18 y 20:30 y domingo 18 horas.
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