viernes, 24 de marzo de 2017

CONTRATIEMPO (THE INVISIBLE GUEST)



 
Por Fabián Quezada León

Adrián Doria (Casas) es un exitoso emprendedor que ha sido recientemente reconocido como “El hombre del año”, se ve envuelto en un tremendo lío cuando es acusado del asesinato de Laura (Lennie) su amante. Desesperado por comprobar su inocencia, y a recomendación de Félix Leiva (Orella) su abogado,  contrata a Virginia Goodman (Wagener) la mejor preparadora de testigos del país quien está a punto de jubilarse; por lo que él será su último caso. 

Cuando él la recibe en su departamento para hacer la preparación de su defensa, y tiene que contarle detalles del caso en que está acusado, Adrián está muy lejos de imaginar las consecuencias que esa sesión, (que será una especie de peligrosa  preparación/interrogatorio, cuyo tiempo transcurre a contrarreloj) va a traer a su vida.

Oriol Paulo nos entrega una obra que plasma fielmente su intrincado discurso como guionista y director, produciendo un thriller cuyas resonancias se llegan a hacer tan voluptuosas que, en medio de entramados cada vez más elaborados y complicados, comienza a parecer que la historia, (paso  a paso y sin contratiempo), fragua un destino insalvable para el protagonista.

Si su comienzo es lo suficientemente intrigante como para empezar a tender líneas de resolución al problema planteado, conforme se avanza las florituras y recuentos de la historia colocan demasiado peso en la balanza y le restan veracidad.

Vamos a ver; tratar de “resolver el misterio” es una posición normal para cualquiera que haya visto alguna película de thriller en su vida.  En Contratiempo, el espectador comienza caminar con cierto éxito al tratar de deshilvanar al trama, pero la mano de Paulo de improviso cambia el juego, cambia el punto de vista e introduce líneas de sub tramas. Por ello, como espectador se ve forzado a recomenzar, a seguir un nuevo camino, esta operación de nuevo parece que se va realizando exitosamente, solo para encontrarse minutos después con que la trama de la historia se vuelve a complicar y jala hacia otro lado.  

Para lograr esto, Paulo lo hace a través de los diversos puntos de vista de los personajes y el hilo de la historia que abre sus subtramas; una y otra vez, especulando sobre la asertividad de los planteamientos  del espectador en un esquema que se repite, de tal suerte que su complicación se hace densa y solo actúa “espesando” la trama mucho más a cada paso, llegando a un punto en que el sentimiento de “avance textual” es muy parecido al de colocar materialmente  un acelerador de “solidificación” a la historia  y entonces el movimiento del relato se “gela”, deja de ser fluido y solo puede salvarse introduciendo varios elementos que directamente atentan contra una frase que se repite una y otra vez en los diálogos de la cinta: “Verosimilitud”

En este punto, haciendo gala de “licencias literarias”, se inyectan elementos que provocan la resolución del conflicto, como si se tratara materialmente de una inyección de oxitocina, para “parir” el desenlace lo cual se llega a sentir como un “irremediable paso en falso”

El peso más fuerte de la historia reside en el personaje de Mario Casas, a quien se impone por querer hacerlo actuar, pero francamente no da el ancho. Sin embargo, está cobijado por todo el elenco que lo rodea que son grandes figuras y el subplot de Coronado y Wagener, al final de cuentas es lo suficientemente fuerte como para olvidarse del protagonista y seguir su subtrama, que a la postre resulta vital para entender el rompecabezas que plantea el guión, y que Paulo lleva a término, aunque sea por medio de giros extremos introducidos por necesidad más que por convicción.

Paulo se complace (y echa mano con gusto) en tratar la historia desde diferentes perspectivas, algunas de las cuales se ven venir desde lejos y otras que saltan sin que se les espere. Es cierto que eso le sirve para enriquecer la trama y es válido en el discurso de un guión que habla de “ver diferentes perspectivas”. 

Por esa visión se ve obligado a moverse al rededor de las situaciones,  lo cual es un ejercicio interesante desde el punto de vista del espectador. Así, cuando la historia se recuenta a sí misma, se pueden proponer soluciones alternas que no se habían visto anteriormente y que van a ayudar a resolver el misterio, que es motor principal mismo del thriller.

Sin embargo, la excitación por proponer escenarios a la historia, al exacerbarse, puede resultar contraproducente  y desinfla el hallazgo final porque es artificioso.  Encontrar la punta del hilo deja de ser interesante cuando quien busca se percata de que es una punta caprichosa, puesta  al servicio de únicamente resolver  el relato a toda costa, sin valorar cuán veraz sea.

Evidentemente Paulo tiene mucho oficio y su propuesta para plantear una trama, donde el poder y el delito van de la mano, es probada. Realiza un inicio impecable, gira la manija del misterio convenientemente, regresa y repite la situación abriendo otras visiones. Pero también, al mismo tiempo,  da la impresión de que en un punto, caminando sobre el hilo del suspenso, se engolosinó y se propuso aumentar la dosis de suspenso sin ver al final como escapar de su propio discurso.

Hacer que el espectador participe haciendo sus propias conclusiones es un elemento seductor sin duda y un imprescindible del género de suspenso, pero lo que no se debe hacer es jugar con las soluciones,  introduciendo líneas que dan la apariencia de que se les insertó en la historia como un tipo de respuesta fácil a preguntas difíciles. 

Dirección: Oriol Paulo
Reparto: Mario Casas, Bárbara Lennie, José Coronado, Ana Wagener, Francesc Orella, Paco Tous.
País: España
Año: 2016
Género: 'Thriller'
Duración: 104 minutos
Clasificación: Mayores de 13 Violencia, temática
Estreno en México: 24 de Marzo 2017

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