En la turbulencia del
mundo, la guerra es una constante, naciones contra naciones, facciones contra
facciones, ideas contra ideas, religiones contra religiones… La guerra parece
un elemento innato en el hombre a lo largo de su historia. Las causas pueden
ser aparentemente “enormes” o “fundamentales” pero al final de todo siempre son
minúsculas, incoherentes… pero motivos para pelear siempre han existido y
existirán.
En Irlanda del norte
tras de más de 40 años de guerras internas, donde aparentemente por índoles religiosas (Católicos contra Protestantes)
pero siguiendo intereses de Republicanos
contra unificadores, convulsionaba el país. Inseguridad, disparos, asesinatos,
bombas, terrorismo… eran la constante. No fue sino hasta Octubre del 2006 que
los llamados a la paz pudieron encontrar un cauce en el llamado “Pacto de San
Andrés”.
En parte por el desgaste,
en parte por la advertencia patente de la lucha contra la amenaza terrorista islámica,
que cuajara con el atentado en las Torres gemelas. Inglaterra, inquieta de
tener situaciones de violencia en su área hegemónica, consigue por medio de su
primer ministro Tony Blair (Stephens), concertar las pláticas en Escocia. Para ello
se llama al líder del partido unificador Demócrata Ian Paisley (Spall) y al
representante de Sinn Fein, el partido Republicano: Martin Mc Guinness (Meaney).
Obvio decir que ambos personajes se odiaban a muerte.
El día de la reunión,
Paisley celebraba su aniversario de bodas y contaba con un breve tiempo para
sostener las pláticas, pues debía llegar al aeropuerto de Belfast para tomar un
vuelo. En un giro del destino, Mc Guinness decide acompañarlo en ambos
recorridos para hablar y negociar a “solas” la paz (en realidad están siendo
seguidos con cámaras ocultas en el auto por el primer ministro británico y su
gabinete) solamente acompañados por Jack
(Highmore) un joven y aparentemente inexperto chofer.
Este viaje y su
hipotética conversación que los llevaría a firmar la paz, cambiar la historia y
a convertirse contra todo pronóstico en los mejores amigos hasta sus muertes y (co
ministros de Irlanda) es el tema de la película.
El arte de la política a
veces debe de basarse en usar reglas ocultas para obtener fines que estén al
descubierto. El caso de Irlanda se había prolongado mucho más de lo que nadie
hubiera esperado y había costado miles de vidas causando una intranquilidad en
la estabilidad de la zona de dominio Británico. No fue sino hasta el gobierno
de Blair que se encontró eco a las solicitudes de paz y cuando los deseos de reunir a dos enemigos
jurados para negociar fueron posibles.
Bateman propone en su
guión, que en momentos es demasiado lleno de datos y hechos para el público
fuera de Irlanda, esta hipotética conversación y las causas fundamentales que
hicieron a estos dos hombres tan diferentes uno del otro y con tantas cosas que
reclamarse entre sí, que al final firmaran la paz y no solo eso, sino que
compartieran el gobierno de Irlanda en una de las fases más armoniosas de la
política contemporánea. Para ello se basa fundamentalmente en la estructura del
diálogo que a veces es densa pero que soluciona con inevitables momentos donde
la chispa del humor Irlandés y las psicologías de los personajes le dan tela de
donde cortar
La dirección de Hamm
comprende que el tema y los encuadres pueden ser monótonos y por ello nos da respiro
con “paradas en el camino” y también se recarga en el clima de camaradería que,
en medio de los ataques, podemos distinguir entre los personajes.
Indudablemente la cinta
podría trasladarse a un escenario teatral y seguir funcionando y por ello el
aporte y las tablas de los actores protagonistas son vitales y en este caso
insuperables. Además del cuadro de “atrás” conformado por Jake el chofer, Blair y los otros diplomáticos: El primer
ministro Irlandés (Lambert) el asesor británico (Hurt) el compañero de partido de Mc Guinness
(Beattie) y el hijo de Paisley (Ward)
El terreno en el que se
mueve la cinta, “el supuesto”, de cómo fue la verdadera entrevista juega con la
perspectiva de cómo siendo tan enemigos acabaron tan amigos y lograron negociar
la paz, ciertamente debe haber sido mucho más difícil llegar al acuerdo que lo
que el guión se aventura a plantear, pero la carga de incisos político/contextuales/Irlandeses
hubiera hecho denso el tema y hubiera robado la parte extrapolable a cualquier
otro lugar del mundo. En un punto ideal, todas las diferencias pueden ser
subsanadas cuando hay la inteligencia y la decisión de hacerlo (aunque suene
cursi y romántico) pero , como siempre sobrepasando a la ficción esta la
realidad; dos enemigos que terminan siendo amigos.
El merito entonces en
este caso de cintas es el hacer que el espectador común y corriente se interese
en las vidas de los protagonistas, en su hecho histórico y empatice porque en
algún punto de su vida se ha enfrentado con la situación de encontrarse a quién
se cree su peor enemigo y haber tenido que convivir con él.
El corazón de la película
dentro del conflicto de enfrentamientos es el arte de la política y el cómo
ante lo imposible queda la negociación, no para rendirse, sino para delimitar
campos e intercambiar opiniones.
Como sea, Un viaje por
la Paz es la puesta frente a frente de dos grandes hombres históricamente
hablando pero al fin , también de dos grandes actores que minuto a minuto
despliegan su poder de seducción para acercarnos a un hito en la política mundial
con sus luces y sombras que siempre tendrá su lado fascinante cuando se trata
de entender el cuadro completo de la manera en la que el ser humano logró vivir
en sociedad mientras el espíritu de la guerra ronda a pocos metros de
distancia.
Director: Nick Hamm
Reparto: Timothy
Spall, Colm Meaney, John
Hurt, Freddie Highmore, Toby
Stephens
País:
Reino Unido
Año:
2016
Género: Drama histórico
Duración: 1h 34m
Clasificación:
Mayores de 13. Violencia, temática
Fecha de estreno en México: 1 de
Septiembre
UN VIAJE POR LA PAZ se exhibe en Cinepolis.
Para informes de horarios y salas consulta:
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www.cinepolis.com.mx
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