lunes, 4 de marzo de 2013

ERNESTO GÓMEZ CRUZ Y LA PASIÓN DE SER ACTOR.


El Festival Internacional de Cine en Guadalajara le rinde un homenaje por su destacada trayectoria. En noviembre próximo, Ernesto Gómez Cruz celebrará 80 años de vida, y más de 47 de recorrer los caminos de la actuación, sin embargo nunca ha perdido la pasión, la disciplina y el respeto por el oficio, y la suya es una historia fascinante de trabajo y personajes entrañables.

Hablar con él resulta aleccionador, es amable al diálogo y en sus palabras hay honestidad y claridad en sus ideales. Se sabe un hombre de izquierdas, de convicciones, de defensa en lo que cree, de ahí su gran sencillez, sin falsas pretensiones. Pero destaca en él una carrera cinematográfica impresionante que comenzó en 1966 con Los caifanes de Juan Ibáñez, en donde dio vida al Azteca y de ahí se forjó una gran historia en el cine mexicano que suma más de 150 películas.

A propósito del homenaje que le brinda el Festival Internacional de Cine en Guadalajara en su edición 28, Ernesto Gómez Cruz comparte con Imcine algunas de las experiencias y motivaciones que ha vivido en su recorrido por el mundo cinematográfico y su tránsito en el teatro y la televisión. Entre risas el actor reconoce que su mente está muy maltratada para recordar fechas con exactitud, porque ya son más de 47 años de carrera. “Ya quiero que lleguen los cincuenta de hacer cine, porque a estas alturas la salud ya se resiente.

“Aunque yo siempre cuidé no destramparme, en este negocio es muy fácil caer en los excesos. Pero tuve muchos compromisos que cumplir en casa que me obligaron a ser seriecito, a no salirme de lo que era mi propósito; porque yo vine del Puerto de Veracruz a la Ciudad de México a estudiar, no quise ser un actor improvisado”.

Desde que hacía obras de teatro es un estado natal, periodistas y críticos reconocían su talento. “Pero yo no tenía noción de nada, de técnica mucho menos, simplemente el cariño, el gusto de haber descubierto mi vocación, ya tarde, pero la descubrí”.

Ganador de siete premios Ariel, cuatro por coactuación y dos por mejor actor, Ernesto Gómez Cruz dice que después de practicar muchos oficios “como aprendiz, porque nunca fui maestro de nada” encontró su camino en la actuación, y fue gracias a una obra que vino al Distrito Federal por un concurso que habían ganado a nivel estatal y aquí logró obtener una beca para estudiar en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Uno de sus compañeros era Salvador Sánchez, con quien hizo una gran amistad y compartió el gusto por aprender del arte histriónico.

“Siempre tuve la convicción, en medio de mi ignorancia, que no quería ser un actor improvisado. Porque no estoy de acuerdo con eso que a guión aprendido, no hay mal actor”, expresa el protagonista de cintas como El imperio de la fortuna que le valió la Concha de Plata a la mejor interpretación en el Festival Internacional de San Sebastián y en el Festival de Habana, en 1986.

Su talento actoral lo ha llevado a trabajar con prestigiados directores como Arturo Ripstein, José Estrada, Felipe Cazals, Paul Leduc, Luis Estrada, entre otros muchos, sin embargo Ernesto Gómez Cruz elude elegir con quien tuvo una mejor experiencia, lo mismo si se trata de decidir cuáles considera sus películas favoritas en las que ha participado, “por respeto a todos, además de que cada uno de los trabajos que he hecho son importantes por lo que me representaron en su momento, así haya sido una primera parte o una pequeña intervención”.

Gómez Cruz se considera “izquierdoso, creo que desde que nací. Desde que inicié mi carrera siempre encontré obstáculos, siempre me topé con algo que podría haberme quitado las ganas de seguir estudiando, y hasta la fecha sigue habiendo ciertas circunstancias que no permiten trabajar más como yo quisiera.

“Recuerdo que cuando me vine a estudiar ya tenía esposa, ya venía un niño de mi quinta mujer. Entonces yo me vine a luchar, pero a pesar de todo siempre encontré el apoyo de alguien. Yo pienso que he hecho cosas muy buenas pero también creo que eso me ha costado sangre. Alguna vez fui congelado dos años por algunos productores cinematográficos, no entiendo hasta ahorita por qué motivo, pero no me daban trabajo”.

En estos momentos Ernesto Gómez Cruz ofrece un taller de actuación a gente no profesional en una casa de cultura, sobre todo a adultos que en algún momento quisieron actuar pero por diferentes circunstancias no lo hicieron, como una especie de terapia de sanación. Y siente como si el pasado le reclamara esto, porque como él cuenta que viene de una familia de curanderos en Veracruz y su destino parecía que tenía que seguir el camino de la abuela curando a la gente, pero decidió ser actor y desde esa trinchera ayudar, por eso asegura estar listo para trabajar con el ánimo y el gusto de siempre.

Como parte del homenaje que el FICG28 le rinde a Ernesto e Gómez Cruz se proyectará una retrospectiva de algunas de las películas en las que participó como: Cadena perpetua, La víspera, El imperio de la fortuna, Los caifanes y Paty Chula.

Para consultar horarios y sedes de estas funciones consultar www.ficg.mx/28/

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