Si nos visitas por tu celular/móvil/tablet te
sugerimos girar la pantalla a horizontal o dar scroll down hasta el final y
seleccionar la opción “ver versión de web” a fin de facilitar tu lectura.
Gracias
Estamos en la Inglaterra rural de 1865, la joven Katherine (Pugh) es “vendida” a través de un matrimonio arreglado a un próspero hacendado, Alexander (Hilton), quien le dobla la edad. Este hombre la trata con desdén y desde el comienzo le impone una especie de prisión dentro de la casa.
Al sentirse sofocada viviendo en un ambiente
opresivo; agobiada por su suegro Boris (Fairbank) actúa como espía de cada uno
de sus movimientos y además le exige obediencia y sumisión hacia su hijo. Prácticamente
ignorada por su marido; Katherine no vacila en entregarse a Sebastian (Jarvis),
un mulato que recién llegó a trabajar en la mansión donde vive, y al cual
conoce de manera fortuita. Su romance apasionado detona en ella un deseo y
fuerza imparables, y la hacen aferrarse a él con desesperación, sin importarle
las consecuencias.
La ópera prima de William Oldroyd adapta una
novela corta del escritor ruso Nikolai Leskov, inspirada a su vez en el
personaje homónimo de la obra clásica de William Shakespeare. La cinta tuvo su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine
de Toronto, y llegó a pantallas nacionales a partir de
este viernes 16 de marzo, gracias a Cinépolis Distribución, en las
ciudades de Cuernavaca, Guadalajara, Monterrey, Morelia y Ciudad de México.
La historia
La historia
En 1865 es editado por vez primera Lady Macbeth de Mtsensk (Lady Macbeth of the Mtsensk District),
del escritor Nikolai
Leskov, una novela corta inspirada en la esposa del malogrado
Rey de Escocia protagonista de la tragedia homónima del autor William Shakespeare.
En ella se narran los crímenes de Katerina
Lvovna, una burguesa en la Rusia zarista del siglo XIX quien se
rebela contra las convenciones sociales de su época, lo que la orilla a cometer
varios homicidios.
Pero no fue hasta 1934 que Lady
Macbeth de Mtsensk llegaría a los escenarios de la mano nada
menos que del compositor ruso Dmitri
Shostakóvich, quien escribe (junto con Aleksandr Preis) una
ópera en cuatro actos de dos horas y media adaptando esta obra literaria.
De esta forma la novela de Leskov cae en manos de la dramaturga inglesa Alice Birch quien convence al director de teatro londinense William Oldroyd de adaptarla para la gran pantalla, dando como resultado el largometraje debut de este último.
En el guión, se decide trasladar la historia de la Rusia de los Zares a la Inglaterra victoriana, y situar la acción en la campiña inglesa. “El arranque de la historia es bastante convencional: una mujer de mediados del siglo XIX, que es infeliz en su matrimonio y que tiene un amante”, comenta Oldroyd. “Nos preocupaba que la gente pensase que era otra película inglesa de época, que no se esperase a ver cómo reacciona ella a esta injusticia. El personaje de Katherine no pide perdón ni se calla; no reacciona como una monja, sino que se levanta y lucha por su independencia y decide su propio destino de una manera sanguinaria”.
De esta forma la novela de Leskov cae en manos de la dramaturga inglesa Alice Birch quien convence al director de teatro londinense William Oldroyd de adaptarla para la gran pantalla, dando como resultado el largometraje debut de este último.
En el guión, se decide trasladar la historia de la Rusia de los Zares a la Inglaterra victoriana, y situar la acción en la campiña inglesa. “El arranque de la historia es bastante convencional: una mujer de mediados del siglo XIX, que es infeliz en su matrimonio y que tiene un amante”, comenta Oldroyd. “Nos preocupaba que la gente pensase que era otra película inglesa de época, que no se esperase a ver cómo reacciona ella a esta injusticia. El personaje de Katherine no pide perdón ni se calla; no reacciona como una monja, sino que se levanta y lucha por su independencia y decide su propio destino de una manera sanguinaria”.
Oldroyd
realiza un magnífico trabajo capturando atmósferas y dejando que el personaje
de Katherine posea la pantalla, imperturbable, con ese demonio helado que es la
determinación palpitando apenas perceptible en los pliegues de su amplio
vestido y en el acero de sus ojos. Es una figura icónica formada de la venenosa
materia de otras: de entrada de la imperturbable protagonista de Shakespeare o
de mujeres cuya fuerza arrasante las hace mimetizarse en aquello que más
odiaban o amaban, sin importar lo monstruoso que hubiera detrás. Capaces de
realizar acciones impensables de una forma tajante y sin retorno y sin agitarse
siquiera. La tragedia y la crueldad no conceden mucho campo; son y serán
unívocas y definitivas.
Después
de introducirnos a la desesperanzada suerte de la protagónica, casada con un
marido insolente y cruel, la prisión de Katherine se extiende a mucho más allá
de las paredes de la casona, pero al mismo tiempo, su rebeldía se fragua en el
más candente de los infiernos. Por eso su continuo desafío, por eso su
irrefrenable pasión por lo prohibido.
Los
confines de la casa atrapan a Katherine, las múltiples reglas absurdas y las
prohibiciones la van envenenando, causando ese revuelo interno que al explotar
arrasa sin clemencia con todo como un acto de venganza, pero también de una
extraña forma de justicia.
Oldroyd
nos encierra en la casa del suegro de Katherine y en ese ambiente viciado crea
la urgencia de escapar. Conforme los cercos se aprietan, las ansias de libertad
se hacen más y más salvajes; más y más prioritarias, al grado de no medir el
precio a pagar por obtenerla. Quién puede
decir lo que está dispuesto a pagar por la libertad? Una vida es lo de menos.
Dicen
por ahí que pasado un tiempo marido y mujer terminan pareciéndose; a Katherine
no le tomó demasiado aprender la crueldad y la supervivencia. Aún sus buenas acciones
tienen un doble sentido que de alguna manera también irremediablemente va
clavando los clavos de su ataúd.
Entonces
efervescente, el cambio de Katherine se comienza a dar y la maldad se permea,
al principio es solo una ligera mancha salitrosa, un gesto, una mirada… pero
conforme crece, pudre las paredes, las hace desmoronarse y crea toda clase de
hongos Katherine se transforma y nada va a parar.
Su
irreverencia a la figura patriarcal y su desafío constante, la llevan a empezar
a pensar que las consecuencias tardarán en llegar, si es que llegan.
Pero en este punto, la primera sorprendida de que los resultados de su insurrección sean notados y puestos en juicio es ella misma y cuando el hilo se rompe por lo más delgado, ella siempre podrá resguardarse quedándose inmóvil en un sillón de un enorme cuarto. Ahí, a solas, Katherine tal vez pueda pensar en esa inocencia que se le fue y el lugar que ese hueco dejó a la perversidad .
Padre
e hijo creían que su despótica maldad era sin límites pero en Katherine
tuvieron su mejor alumna y su peor enemiga el mal siempre podrá ser superado. Aunque
el verdadero mal, exquisito, refinado y agudo, ese que logra provocar, es el
que, irónicamente, toma la forma de bien, corrompiéndolo todo a su paso. Lady
Macbeth ejerce ese tipo de fascinación que no pide permiso ni da justificaciones
actúa ignorando los avisos que le hace su fiel sirvienta y cómplice Anna
(Ackie) y colateralmente Sebastian.
Oldroyd no se toca el corazón para inmiscuirnos en la fuerza dramática
de la narración y nos sostiene la emoción con escenas donde cierra la toma en torno a las
reacciones de sus personajes pero no los aísla, están inmersos en ambientes de
sofocante estrechez donde una ventana se
abre, Katherine abre los ojos desnuda sobre su cama, o un niño observa una
cascada. Todo sirve como un catalizador para el misterio agobiante y la
eterna presencia rojo oscuro de la sangre
Director: William Oldroyd
Reparto: Florence Pugh, Cosmo Jarvis, Paul Hilton
País: Reino Unido
Año: 2017
Género: Drama. Romance
Duración: 1 hr 39 min
Clasificación: Solo adultos
Fecha de estreno en México: 16 de Marzo 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario