Barmak Akram, cineasta afgano y refugiado político en
París desde los catorce años, regresa a su país para filmar Kabuli Kid
(08), que representa una de las primeras películas que se producen en la nación
musulmana tras la guerra y su debut en el largometraje, luego de varios
documentales para la televisión francesa.
Teniendo como telón de fondo la ciudad de Kabul de
nuestros días, narra las peripecias del taxista Khaled (Hadji Gul) por
encontrar a la madre de un bebé abandonado en el asiento trasero del auto. La
búsqueda del hombre será difícil, pues lo único que identifica de la mujer es
un lunar en el tobillo derecho, ya que nunca vio su rostro, cubierto por una
burka.
La influencia de la cinematografía iraní en la cinta de
Akram es evidente, en particular del cine de Abbas Kiarostami, con quien el
director comparte el interés por las dictaduras machistas hacia la mujer y las
vulnerabilidades infantiles.
Al relato sencillo, a manera de parábola, y la elección
de actores no profesionales, se suma la observación de la condición femenina en
el Kabul posterior al régimen talibán, misma que no ha cambiado en mucho.
Aunque el velo ya no es obligatorio y “está pasado de moda”, el realizador
propone ocultar el rostro de la madre para subrayar el aún valor nulo de la
identidad de la mujer afgana. Así, la sumisa esposa del chofer, es eso, la
esposa de Khaled y parece no tener nombre, y el sexista marido piensa en la
posibilidad de quedarse con el bebé que es varón porque carga con la vergüenza
de sólo haber engendrado niñas.
El cineasta evita el sentimentalismo y la expansión
melodramática. En la cinta se reconoce la contención, no obstante el retrato
preciso y severo al interior de un Kabul caótico, árido y en ruinas que se
esfuerza por reconstruirse en medio de la escasez de agua y energía eléctrica, de toques de queda, de
la presencia de tropas estadunidenses y del miedo a ataques terroristas. Un
pueblo extraño para sus sobrevivientes con niños que crecen en la calle
vendiendo cualquier cosa, con mutilados por la guerra, retenes nocturnos a cada
paso e instituciones gubernamentales que no ayudan para nada.
La clara orientación social y de denuncia que se
desprende del relato, apunta en buena medida hacia las tantas invasiones
padecidas en Afganistán (“Primero bailamos con música rusa, luego pakistaní y
ahora será con el rock and roll”) Un tono semi documental y una espléndida música omnipresente se
combinan con escenas de marcado neorrealismo; desde el mismo itinerario
accidentado del taxista, hasta secuencias dolientes y significativas donde un
hombre sin pierna y en muletas recoge en la calle una botella de leche y bebe
su contenido. El envase vacío será un preciado objeto a vender de un niño
callejero.
Con una emotiva metáfora sobre el futuro incierto de un
país dañado por la guerra, la cinta desarma por su sencillez anecdótica,
siempre en frío, y por su riqueza expresiva.
Dirección: Barmak Akram
Reparto: Hadji Gul, Valéry Schatz, Amelie Glenn, Mohammad Chafi Sahel y Messi Gul.
País: Afganistán.
Año: 2008.
Género: Drama.
Duración: 99 minutos.
ESTRENO EN DVD
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