viernes, 27 de octubre de 2017

COCO (COCO).






Por: Fabián Quezada León



Miguel Rivera (González/Luis Ángel) es un niño con un gran sueño: quiere ser cantante lleva la música en las venas.  Pero vive en una familia que desde hace años, después de un desafortunado incidente, tiene vetada la música de su vida.

Miguel es fan en secreto del más famoso cantante de música Mexicana, el renombrado Ernesto de la Cruz (Bratt/Solís). Inesperadamente en la noche de la celebración de día de muertos, Miguel cruza algunas barreras, conoce a Héctor (García Bernal) un singular difuntito de quien se hace amigo  y juntos van a descubrir grandes secretos de la familia de Miguel.



Es innegable que Coco es un colorido y festivo homenaje a la tradición mexicana del día de muertos, la celebración que sincretiza perfectamente las raíces de este país: la tradición cristiana amalgamada con el culto indígena a fin de honrar a “los fieles difuntos”.

Pero como todo homenaje, en su afán de celebrar puede tomarse algunas  libertades creativas si las cree necesarias para llevar a cabo su propósito.

 
Es un hecho que Disney Pixar ha tomado diversas tradiciones, leyendas y lugares en el mundo para colocar en ese contexto los escenarios de sus historias y de esta manera han desfilado en su producción cinematográfica desde los países nórdicos hasta las islas del sur; ahora en su película número 19 el turno fue para México.



La historia está cimentada en los puntos esenciales de la concepción del mundo del mexicano: la tradición, los valores, la familia, la cercanía con la historia familiar y las peculiares formas de estructura de mando y desempeño de roles que se dan dentro de “la casa mexicana”.


Como suele suceder en la gran mayoría de los hogares del país, en la casa de los Rivera, hay un marcado matriarcado, la figura de la madre es la piedra angular en la tradición de la familia mexicana. Y su importancia aumenta en cuanto se convierte en Abuela y más aún, Bisabuela…


El otro punto de esta trayectoria naciente en la familia es la preservación de las tradiciones, el sentido del significado de toda una serie de rituales y creencias basadas en esa singular celebración de la vida que nunca acaba, aunque cambie radicalmente de espacio y de configuración, la muerte en la cosmogonía mexicana es simplemente ese otro sitio donde se va pero que no cierra sus puertas cuando de fiesta y celebrar se trata y por ello los difuntos, la familia (la sanguínea o la extendida que son igual de importantes) celebran con todos los que quedaron atrás, en el mundo de los vivos. Con una única condición: No perder el recuerdo de quienes se fueron.

Y en esta fiesta, nada es imposible, ni suficiente: nunca sobra ni la alegría, ni el recuerdo, ni la decoración, ni la comida, las flores y mucho menos el alcohol.


Se baila con la muerte, se le dicen piropos, se le hacen versos,  es una gran y rumbosa fiesta de la vida de la muerte. Esto lo captaron perfectamente Adrian Molina, y Matthew Aldrich los creadores del guión de “Coco”; y le dieron su propia visión. Sí, tal vez no es netamente mexicana, pero usa la iconografía, las bases, los colores, los sabores y la tradición. La muerte en México no es cualquier calaquita temblorosa.


Co-dirigida por Lee Unkrich y el propio Molina, “Coco” potencializa y pone en una plataforma mundial la fibra de lo que significa ese día para los mexicanos, “Coco” es un esfuerzo absolutamente admirable por comprender y transmitir el sentimiento del día de muertos. 

Cuando Abuelita (Victor/Angélica María)  se empeña en que Miguel entienda el significado de la ofrenda del altar de muertos, no simplemente es un dialogo explicativo, lleva implícito mucho de lo que es el sentir “a la mexicana” sobre el recuerdo, los lazos indisolubles entre la familia y los amigos.

Para cualquier público a lo largo del mundo resultará claro el mensaje: la preservación de la memoria hace fuerte a la familia, le da centro e identidad.


Sin duda en algunos rincones del mundo será sorpresivo e inquietante ver “esqueletos y cráneos” viviendo semejante cantidad de aventuras porque los cadáveres móviles son identificados con zombies malvados. 

Pero bueno, es tiempo de que el mundo se entere de que en México los muertos no regresan como demoniacos seres come cerebros, sino como divertidos espíritus que devoran mole, pan, fuman cigarritos y beben y beben alcohol, para luego echarse un zapateado con un jarabe tapatío o una jarana. Los esqueletos en México son famosos, crean performances como Frida Kahlo y hacen fastuosos shows musicales.


Qué otro elemento tiene la película? bueno, como ya ha demostrado antes, Pixar ha encontrado una fórmula de “tocar los sentimientos” catapultando la añoranza como un misil con alto grado de detonación. Y se las ingenia para dar a Coco y a Miguel algunas de las escenas más efectivas al respecto.  Pero su resonancia es mayor dada la real implicación de esas escenas: Ver un niño que lucha porque a su bisabuela no se le olviden sus recuerdos infantiles, es conmovedor.


Otro acierto de la cinta es su capacidad para dirigirse a un sector que había estado relegado durante años en las grandes producciones animadas, los latinos y específicamente los mexicanos. Esto hace que esta película represente un paso importante dentro del desarrollo de Pixar como empresa de entretenimiento mundial.


“Coco” es resplandecientemente autóctona y aunque su versión del Mictlán es bastante revolucionada y tropicalizada a lo Hollywood hasta hacerlo parecer una versión retro-futurista, lo verdaderamente significativo es la apertura de reinterpretación que demuestran los creadores del concepto para internarse en la ideología mexicana y reinterpretarla.

Elementos no les faltan, eso es cierto. 

La imaginería popular con respecto a la muerte, que viera en José Guadalupe Posada su máximo exponente,  encuentra la inigualable calidad de los adelantos  técnicos en animación que Pixar ha integrado a sus cintas. Cada cuadro del viaje de Miguel “al otro lado” es una obra maestra en conceptualización, color, diseño de producción y técnica.


Si la historia nos recuerda esos míticos viajes del héroe al estilo katabasis (en este caso no es precisamente un descendimiento sino un cruce al inframundo floklorico) para encontrar las raíces en busca de un sueño, adicionalmente los personajes son arquetipos completamente adorables: el niño, la bisabuela, la abuela, la madre, el padre y los numerosos tíos (vivos y muertos) y desde luego Dante, el perro. (Cualquier semejanza con el viajero de la divina comedia es mera coincidencia)


Hay también una marcada intención por hacer un retrato cercano con íconos de la imaginería popular nacional (es innegable el Pedro Infante look de Ernesto de la Cruz) o hasta ciertos “luchadores”. El ambiente del pueblo de  Santa Cecilia (Santa patrona además de la música) es una mezcla ideal de pueblecito mexicano con un hondo sabor, cada rincón, desde la plaza y los mariachis resuman sabor. (Aunque repito, es una visión folklórica, idealizada) pero valga pensar que los escritores: Adrian Molina, y Matthew Aldrich se basaron en una amplia investigación con respeto y cariño por el tema.


Conjuntamente a la visualización del pueblo y la gente, la película rescata también dos elementos base: los alebrijes y la presencia del xolo,(el perro sin pelo autóctono de México). A los que une con las figuras ancestrales de los nahuales (espíritus animales protectores)



 
Otro punto significativo es el título: Coco, quien no es precisamente la protagonista focal de la historia, pero si es el hilo, el puente sobre el que se tiende toda la trama en base a la persistencia de la memoria. Coco es la bisabuela de Miguel y aunque casi no tiene diálogo, es definitivo, la figura central de la trama es ella. El mundo de Disney/Pixar sigue enfocándose en la figura femenina. 


Un logro absoluto de la versión en español es la enorme y variada cantidad de voces de artistas y personalidades que lograron reunir para dar vida a la cinta: Desde Angélica María,  Gael García Bernal, César Costa, Marco Antonio Solís, Carlos Rivera, Eugenia León, Héctor Bonilla, Ofelia Medina, hasta Elena Poniatowska,  participan en el reparto.


Finalmente como la concepción de México no estaría completa sin una igualmente colorida y vivida paleta musical, Giacchino da un ambiente cálido y festivo en el que Molina  y Germaine Franco contribuyen con la cereza en el pastel en “Recuérdame” de Anderson-Lopez.


“Coco” es un canto profundo, sensible e increíblemente sólido y bello por todos los significados que una obra dedicada cariñosamente a México y a sus tradiciones puedan encerrar.


Director: Adrian Molina y Lee Unkrich




Reparto: (voces en inglés): Alanna UbachAlfonso ArauAnthony Gonzalez, Benjamin Bratt, Cheech Marin, Edward James OlmosGabriel IglesiasGael García BernalJaime Camil, John RatzenbergerLombardo BoyarSelene LunaSofía Espinosa, Ana Ofelia Murguia,



Reparto (voces en Español) Angélica María, Angélica Vale, César Costa, Marco Antonio Solís, Carlos Rivera, Eugenia León, Héctor Bonilla, Ofelia Medina, Luis  Ángel, Ana de la Reguera, Jaime López, Antonio García, Fernanda Tapia, Andrés Bustamente, Cecilia Toussaint, Juan Villoro, Benito Taibo, Sergio Arau, Sofía Espinosa, Alfonso Arau, Luis Valdés, Elena Poniatowska, Víctor Trujillo, Xavier López, Cecilia Suárez, Xavier Velasco, Francisco Colmenero, Alex Lora, Trino, Paco Calderón, Gael García Bernal.

País: Estados Unidos

Año: 2017

Génro: Aventura, Misterio, Fantasía, Horror, Comedia, Animación, Familia, Musical

Duración: 94min

Clasificación: Todo público

Fecha de estreno en México: 27 de Octubre 2017




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