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Por Fabián Quezada León
Estamos en el verano
de 1983 en un plácido lugar campestre (una villa del siglo XVII) en Lombardía en
Italia. Es el hogar de los Perlman: el
padre, Samuel Perlman (Stuhlbarg) un reconocido historiador y profesor de
cultura grecorromana y Anella (Casar) una culta traductora.
Ellos tienen un hijo
adolescente; Elio (Chamalet)
quien, como pareciera natural habiendo crecido con esos padres, es todo un
estuche de monerías: sabe de música clásica, toca piano y guitarra, es un
lector vivaz y disfruta mucho el sutil coqueteo que lleva realizando con su
amiga y vecina Marzia (Garrel).
Elio posee además muchas de las cualidades y
defectos de ser un hijo único: es celoso, agudo y egoísta. Está acostumbrado a
toda clase de refinamientos; tanto intelectuales como sociales, fruto sin duda
del ambiente académico en el que ha crecido; por lo que en ciertos instantes si
se aúna a su edad podría calificársele como un tanto soberbio.
Elio sabe que en los
veranos, es común recibir en su villa a
internos que vienen a apoyar a su padre con diversos aspectos académicos; por
eso cuando llega Oliver (Hammer) un investigador norteamericano de 24 años que
está trabajando en su doctorado, Elio no está muy feliz. Debe dejarle su cuarto
y tener reglas de cortesía para hacerlo sentir bienvenido en casa, pero esa
antipatía inicial se va a transformar en su primer y prohibido gran amor.
Guadagnino toma la
novela de Aciman del 2007 y la realiza como un intenso y seductor relato del primer amor tratado con una exquisitez
digna de la hermosísima villa en la que sucede el encuentro.
“Llámame
por tu nombre” viene
a formar la última parte de la trilogía de Guadagnino que comenzara con “I Am Love” y “A
Bigger Splash,”
Lo intenso y sutil de
“Llámame por tu nombre” se encuentra mucho más allá de lo que se pudiera apreciar
en un primer acercamiento superficial (el amor gay) y nos demuestra, al
revisarlo más detenidamente, su verdadera fortaleza, su definitivo eje central:
la familia.
La fuerza de la cohesión y la amplitud de perspectivas que la
integridad familiar pueden brindar y todo se resume en un magnífico discurso
dado por Samuel a su hijo, en su estudio, en la intimidad del claroscuro y
usando una voz pausada, como no queriendo romper la íntima magia del momento de
la epifanía que se queda absorta en la profundidad del pensamiento.
Stuhlbarg, quien este año nos sorprende con
tres cintas oscareables (Llámame por tu nombre, La Forma del agua y The Post)
es un actor de una presencia distintiva y una magnífica prueba de que en solo
unas cuantas líneas un personaje puede anclarse para siempre en los anales del
cine:
“Mira,”.
“Ustedes tenían una bella amistad, tal vez más que una amistad y te envidio. En
mi lugar la mayoría de los padres hubieran esperado que todo eso se
desvaneciera o hubieran rezado por que sus hijos recapacitaran rápidamente,
pero no soy esa clase de padre.
En tu
lugar, si tienes dolor cuídalo, y si hay una flama no le soples para apagarla,
no seas cruel con ello. Dar por terminada una cosa puede ser terrible cuando nos deja en
vela por las noches y que otros te olvidan más rápido que lo que tú mismo
deseas ser olvidado, no ayuda en nada.
Nos desgarramos tanto a nosotros mismos
para sanarnos de cosas más rápido de lo que deberíamos, que a los 30 años terminamos vacíos y cada vez tenemos menos que ofrecer cuando
comenzamos una relación con alguien nuevo. Pero no sentir nada por miedo a sentir
algo, es un desperdicio”.
Guadagnino traslada la
acción de Liguria a Lombardía y enfatiza a cada momento su amor absoluto por el
cine de Bertolucci, construye tomas de una belleza intensa que reflejan cada
rayo y calidez del verano italiano, cada respiro de la vida en campagna, los sabores y colores, las texturas, la
humedad y frescura de los bosques y jardines,
el mobiliario exquisito, los deliciosos detalles de la vida de una
familia de intelectuales refinados y al mismo tiempo de mentalidad muy libre ,
todo es un toque delirante de clase donde la sensualidad como un homenaje a la
vista el gusto, el olfato, el oído y el
tacto afloran a cada momento.
Sirva decir que como
muchas familias europeas, los Perlman hablan varios idiomas: inglés, francés,
italiano… y hasta lenguas muertas (por el trabajo de la madre) ese es otro
aspecto hechizante de la película: su absoluta y cosmopolita polifonía
El tema del amor gay
no es un ámbito desconocido en la cinematografía y nada más y nada menos el año
pasado tuvimos ejemplos como Moonlight
que logró colocarse como mejor película en los Oscar, o la polémica 120 pulsaciones por minuto este año, pero
en lo que sí es nuevo esta cinta es en la forma preciosista en la que
Guadagnino arropa la novela y la hace palpable, basándose amén de los
escenarios y locaciones, primordialmente en la química que sus protagonistas
(ambos heterosexuales) proyectan en la pantalla.
Chalamet se coloca
como la última versión del efebo en mucho más que el sentido de apariencia,
abarcando con totalidad los planos de actitud, pensamiento y fantasía y
conquista cada secuencia de la película impecablemente; desde sus escenas
campestres en bicicleta o su exploración del durazno, o sus momentos de
intimidad con Oliver.
Lo que le ha
colocado con varias nominaciones y premios, incluido la nominación a mejor actor en el Oscar. Sí, Elio no es
simplemente un chico explorando su sexualidad con otro hombre es un
representante vivo de todos esos filmes sobre el paso de la pubertad a la etapa
de joven y a adulto, toda la arrogancia
juvenil y el deseo sin freno de Elio, puestos sobre la mesa frente a Oliver, alguien que ya mide las
consecuencias de algo que prevé mucho más profundo que un mero romance de
verano.
Oliver sabe de los resultados y su cautela busca no tener víctimas
colaterales, ni él ni Elio. Además
existen unos padres que de un momento a otro serán testigos, más no jueces. Esa
es la arena de Elio.
La película adquiere
una relevancia especial en este año en el que se han exacerbado las posturas de
escándalos sexuales en Hollywood y representa una respuesta clara y contundente
adueñándose del sabio precepto de que “la belleza está en el ojo de quien la
mira” en toda la obra no hay nada que desequilibre el sutil tacto con el que
está escrita y adaptada. La cinematografía construye escenas de una poesía
visual donde la fragancia de la excitación se condensa gracias al guión de
Ivory.
“Llámame por tu
nombre” no es simplemente una frase retórica es toda una delirante declaración
de amor, de entrega; es un eco de aquellos otros dos enamorados que
contravenían las reglas al acercarse y se preguntaban cómo sería la manera
correcta de llamar a su amado pidiéndole al tiempo dejar su nombre “Deja
tu nombre, Romeo, y a cambio de tu nombre que no es cosa esencial, toma toda mi
alma”
Director: Luca Guadagnino
Reparto: Armie Hammer, Timothée Chalamet, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther
Garrel, Victoire Du Bois, Vanda Capriolo, Antonio Rimoldi,
País: Italia
Año: 2017
Género: Drama. Romance
Género: Drama. Romance
Duración: 130 min.
Clasificación: Mayores de 18
Clasificación: Mayores de 18
País: Italia
Guion: James Ivory, Luca Guadagnino (Novela: André Aciman)
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Música: Sufjan Stevens
Guion: James Ivory, Luca Guadagnino (Novela: André Aciman)
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Música: Sufjan Stevens
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