Por Julia Elena Melche.
Las célebres protagonistas de Sexo en la ciudad están de regreso vistiendo de nuevo glamorosos y caros vestidos que cambian en cada escena como si estuvieran en un desfile de modas y realizando un envidiable y lujoso viaje a Abu Dhabi. Sin embargo, sus nuevas preocupaciones ya no son asistir al antro de moda, ni llenar el clóset con zapatos Manolo Blahnik, ni ser unas profesionistas competitivas y exitosas, ni buscar la relación amorosa sin compromiso. Lejos quedaron las seductoras féminas de treinta y tantos de la legendaria serie televisiva que ya se veían maduritas en la primera entrega. Ahora sus conflictos existenciales son la menopausia, el envejecimiento, la maternidad, el agobio laboral y los compromisos del matrimonio.
¿Dónde quedaron las cuatro amigas irónicas, inteligentes, libres e independientes que se convirtieron en íconos femeninos, cautivaron al público masculino y femenino y llevaron a Sex and the City a los niveles de serie de culto? Por desgracia, esas protagonistas brillan por su ausencia y en su lugar aparecen una suerte de remedos o caricaturas de ellas mismas. El haber llevado a la pantalla grande la primera entrega resultó muy aventurado, pues la esencia e historia de los personajes terminó en la sexta temporada de la serie. No obstante, Sex and the City resultó atractiva, particularmente para las y los fan, al ver a Carrie Bradshaw preparándose para su boda con el amor de su vida, el atractivo Mr. Big, en las sensacionales secuencias donde posa con exclusivos vestidos de novia, o bien, enterándose de la vida de los otros personajes cuatro años después, gozando visualmente con el mundo de la moda y deleitándose con un argumento decoroso que subrayó la entrañable amistad entre las mujeres y su independencia femenina, que bien, repitió la fórmula de la serie y no dejó de sentirse como un gran capítulo de la misma. Hasta ahí hubiese bastado para no terminar con el significado de la serie y lo que representaba, reflejado en cuatro estereotipos de féminas maravillosas. El mensaje y lecciones que cada una aportó a lo largo de seis temporadas ya se había dado. Las mujeres aprendieron y se identificaron con las experiencias de chicas maduras que defendían su libertad, su sexualidad, su capacidad profesional, su libre elección de permanecer solteras y de conseguir un lugar digno e importante en un mundo poblado por varones.
En esta segunda parte, dirigida nuevamente por Michael Patrick King, Carrie escribe un libro sobre sus experiencias en un matrimonio, que le resulta difícil de llevar. Aunque ella y Mr. Big han decidido no tener hijos, duda en momentos si es la mejor elección. La adicta al trabajo de Miranda debe arreglárselas para seguir con su carrera y atender a su hijo, Charlotte se siente abrumada por sus dos pequeñas hijitas y Samantha carga con todo tipo de antioxidantes, cremas y hormonas para controlar los estragos del climaterio y del envejecimiento.
Visualmente, la cinta es bastante llamativa. Las protagonistas recorren el deslumbrante emirato árabe, como salidas de las Mil y una noches entre las dunas del Sahara, se hospedan en un fastuoso hotel donde son atendidas como reinas por apuestos mayordomos y disponen de Mercedes-Benz a toda hora. Hay un show de Liza Minelli en la boda gay de Stanford, el amigo de Carrie, y una breve aparición de Penélope Cruz, coqueteando con Mr. Big. Sin embargo, todo el esmero puesto en los encuadres, la iluminación y la fotografía no alcanza a suplir una trama banal, con muy poco interés y que se siente forzada (como el encuentro de Carrie en tierras lejanas con su ex novio Aidan). Las protagonistas son ahora mujeres que rodean los cincuentas y batallan para resolver los conflictos propios de sus nuevas vidas y de su edad, aunque la que parece que se quedó estancada en sus gloriosos treinta y tantos es Samantha, cuyo personaje intenta conservar el estereotipo que la hizo tan célebre, pero ahora da pena ajena como jovencita inconsciente que no ubica dónde está parada.
Además de eterna, la cinta parece burlarse de la condición de la mujer en los países árabes que son sometidas y nulificadas por la religión musulmana y condenadas a portar siempre la castrante burka. La escena donde un grupo de musulmanas se levantan el manto que las cubre de pies a cabeza para mostrar que traen prendas Louis Vuitton, resulta no sólo de mal gusto, sino una ofensa para un pueblo que muere a diario víctima de las guerras fraticidas y las invasiones estadunidenses, donde las mujeres son lapidadas por el simple hecho de usar lápiz labial y no tienen ningún derecho.
Excesiva, absurda, con un feminismo rancio y sexo para llorar.
Dirección: Michael Patrick King.
Reparto: Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Kristin Davis, Cynthia Nixon, John Corbett y Chris Noth.
País: Estados Unidos.
Año: 2009.
Género: Comedia romántica.
Duración: 146 minutos.
Clasificación: Mayores de 15 años.
Fecha de estreno en México: 4 de junio de 2010.
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