Christian Wolff (Affleck) nació
con un tipo de autismo; es una persona con Asperger. Sin embargo transformó su
característica en un peculiar don: Christian es un genio de las matemáticas. Al
cabo del tiempo su prodigiosa habilidad lo hizo ser el hombre clave en el
manejo de las cuentas financieras de varias organizaciones criminales.
Sin
embargo ante todos es simplemente un “contador”. Su figura comienza a ser
identificada en varias “operaciones” de
lavado de dinero por el Departamento del Tesoro Estadounidense.
Esto se va a
complicar cuando Christian es contratado por Lamar Black (Lightgow), dueño
de “Living Robotics”, una empresa de robótica
médica, para ayudar a su auxiliar de contabilidad, Dana Cummings (Kendrick) a investigar un fraude. Solamente que de pronto,
Christian y Dana se ven envueltos en algo que ni ellos mismos imaginaron, las
grandes organizaciones criminales internacionales se ven amenazadas y van tras ellos, mientras que Marybeth Medina (Addai-Robinson) una persistente y ambiciosa agente del
Departamento del Tesoro, también les pisa los talones.
Gavin O'Connor dirige este thriller donde la acción,
la mafia y los rincones más intrincados de la mente de quienes pueden ser
considerados “anormales” confluyen. Sin lugar a dudas O’Connor se apuntala en
una historia bien escrita por Bill Dubuque y centrada en un protagonista tan especial y casi
“sobrehumano” que podría fácilmente haber salido de las páginas de un cómic: Christian
Wolff.
Protagonizada por Affleck, pareciera que no se podría
haber elegido mejor. Affleck no es precisamente un actor de amplia expresividad
y su fuerte son los personajes glaciales, así que Christian es un flan; y Ben
encaja a la perfección. Wolff está lleno de manías, ticks y permanentemente contenido, con
fuertes incapacidades para conectarse con el mundo, a las cuales maneja estrictamente para
hacerse funcional. Christian es un verdadero reto para desarmar.
La trama no para nunca y aunque
cifras y movimientos financieros, análisis y demás son elementos fundamentales,
para alguien que no entienda ni un ápice de finanzas la trama sigue siendo
emocionante. Porque el protagonista está bien construido: inexpresivo, cien por
cien eficiente, cien por cien racional y calculador. Pero debido a eso, al mismo tiempo que observamos sus
características “frías” entendemos las que bullen bajo la superficie; dos
mundos que circulan a grandes velocidades (y a veces en direcciones contrarias) y que deben ser manejados con rigor y
precisión. Que tratar con la mafia internacional no es cosa de juego, ya te digo yo.
Y
preservar la funcionalidad social, la ausencia de sentimientos y las "normales" explosiones de sensibilidad día con día, para “perderse entre la
multitud”, tampoco es fácil.
Por eso, de alguna manera da escalofríos pensar
en todos aquellos que son genios incomprendidos y a los que por su excesiva
brillantez se les cataloga de “inadaptados sociales” o “discapacitados”,
simplemente porque no forman parte del IQ promedio, sino que lo rebasan. Como
siempre, el mundo teme a lo desconocido.
Sin embargo, la película lleva este prototipo de
“guerrero universal” a nuevas campos. Hijo de un militar, con una infancia
traumática, educado junto con su hermano bajo estrictas reglas que le obligaron
a construir toda una serie de defensas para lidiar con el mundo, Christian no
solo es alentado a la respuesta violenta/defensiva, sino a la máxima (casi
compulsiva) asertividad, resistencia
física y al dolor a toda prueba. Por ello su “cura para los nervios" es
proporcionarse dosis excesivas de elementos agresivos para superar sus umbrales
del dolor y romper los límites de lo soportable, buscando endurecerse al
extremo.
Durante toda la cinta, al seguir a la agente
Medina, vamos recibiendo pequeñas pistas y datos sobre la personalidad de las
personas Asperger y de los grandes personajes históricos que han tenido
"variaciones sobre el tema" y esto sirve para entender a Christian y sus manías
como el “siempre terminar una tarea”.
Evidentemente, el peligro de tratar con “ciertos
clientes” va reforzando las capacidades compulsivas de Christian, disimularse
bajo varias identidades, tener sus
“lugares secretos” y algunas cositas más, como nunca dejar hilos sueltos en sus trabajos,
incluyendo todos los aspectos que se tengan que cubrir; a veces lavar dinero,
a veces “limpiar” de indeseables. Para Christian da igual y en todo sobresale
con precisión quirúrgica.
Como si fuera poco, la
trama se ve reforzada por tres grandes actores con papeles en cada lado del extremo
de la ley: J.K. Simmons, como Ray King el jefe del Departamento de Tesoro, que
ha seguido sin éxito una truculenta pista y no quiere retirarse sin resolverla,
y por ello usa “métodos sucios" para “convencer" a la agente Medina de que lo
ayude.
Jeffrey Tambor como
Francis Silverberg, un genio de los negocios sucios que fuera el maestro
protector de Christian mientras convivieron en la cárcel y John Lithgow como
Lamar Black, el dueño de la empresa de Robótica Biomédica, quien tiene
"mucha cola que le pisen".
Al final del día, “El
Contador” posee el tono y la eficacia en la dirección de O'Connor, que parece le hubieran
sido infundidas por el mismo personaje; es imperturbablemente aguda pero sin
hacer gala de ello: presenta los innumerables riesgos de una vida trabajando
para gente despiadada, a la que se trata sin ninguna emoción a la vista y sin
formar ningún lazo, directo, preciso sin sentimentalismos, a la manera
Wolff, por lo que la acción detona todo y el único responsable de emocionarse y
pasar innumerables tensiones (además sintiendo placer culpable) es el público, quienes obviamente no tenemos las “incapacidades funcionales” necesarias para mantenernos cool.
Reparto:
Ben Affleck, Anna Kendrick, J.K.
Simmons, Jon Bernthal, Jeffrey Tambor, Cynthia Addai-Robinson, John Lithgow,
Jean Smart.
País: Estados Unidos
Año: 2016
Género: Thriller,
acción,
Duración: 128 min
Clasificación: Adultos
Violencia temática
Fecha de estreno en
México: 4 de noviembre de 2016
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