Submarino significa el regreso a la pantalla del danés Thomas Vinterberg, aquél que sorprendió con La celebración (98), no sólo por haberla realizado bajo las normas del movimiento fílmico anti-hollywood Dogma 95, sino por conseguir uno de los retratos más inclementes de la familia disfuncional. Ahora construye de nuevo un drama áspero con personajes sórdidos. Lo hace a partir de la novela homónima de su coterráneo Jonas T. Bengtsson, para internarse en los lastimosos recovecos de dos hermanos marcados por la pobreza, la ausencia del padre, los abusos de una madre alcohólica y un trágico suceso en la infancia que terminó por separarlos.
A sus treinta y tantos los hermanos vuelven a encontrarse. Nick, el mayor (Jakob Cedergren) recién salió de prisión y se dedica a beber cerveza y a levantar pesas para ahuyentar recuerdos dolorosos. El menor, del que no se sabe su nombre (Peter Plaugborg) es el padre soltero de Matías de seis años (Gustav Fischer) y un adicto a la heroína.
El título Submarino hace referencia a una forma de tortura carcelaria que consiste en mantener la cabeza del individuo debajo del agua y provocarle la sensación de ahogamiento, como la que padecen los protagonistas, tratando de salir a la superficie en una gris y gélida Copenhague.
La cinta comparte con La celebración una perturbadora radiografía de los lados oscuros de una familia, cuya carga emocional es sostenida por los hermanos. Herederos de las miserias morales de su progenitora, no conocen otra realidad que la degradación, las drogas y el alcohol. Ambos han tocado fondo. El peso de una culpa que arrastran desde su infancia, en la complicidad del silencio, es el motor de la cinta que se aleja de posiciones moralistas.
Con un elaborado guión co escrito por el propio director, Submarino arranca con un prólogo brutal y significativo para luego transitar por una narrativa con saltos en el tiempo que hace el seguimiento en paralelo de los protagonistas y de personajes satélites e igualmente sombríos; Sofie, la vecina y amante ocasional de Nick, el obeso y sudoroso Iván, un asesino y golpeador de mujeres, y Martín, otro sucesor involuntario de una devastación hogareña.
Sin tremendismos de por medio y lejos de vueltas sentimentales, Vinterberg muestra a unos deshechos humanos y a su vez los cubre con una mirada casi piadosa. Bajo la coraza violenta e iracunda de Nick hay un ser vulnerable que trata de expiar su vieja culpa protegiendo a quienes tiene a su alrededor y tratando de conectarse con su hermano, y el blindaje de irresponsabilidad del hermano, esconde a un padre que desea cuidar a su hijo y encontrar el equilibrio.
Submarino se guía por un espíritu de tragedia que prevalece a lo largo de la trama, sin embargo, permite ciertos destellos esperanzadores para resanar heridas añejas y que los antihéroes puedan buscar la redención. Se trata de una crónica oscura y en seco que derrumba el optimismo del edén familiar e invita a reflexionar sobre el rol de los padres como figuras claves en la formación mental y espiritual de los hijos.
Un filme duro e implacable.
Dirección: Thomas Vinterberg.
Reparto: Jacob Cedergren, Peter Palugborg, Gustav Fischer, Morten Rose y Patricia Schumann.
País: Dinamarca y Suecia.
Año: 2010.
Género: Drama
Duración: 110 minutos.
Clasificación: Adolescentes y adultos.
La cinta se exhibe en el Foro al aire libre Gabriel Figueroa de la Cineteca Nacional el sábado 20 de abril a las 20:30 horas.
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