En 1987, la bellísima Isabelle Adjani interpretó a Camille Claudel bajo la dirección del galo Bruno Nuytten, en
una biografía convencional que se centró en la obra de la escultora francesa, en su lucha
interior por hacerse reconocer como artista y en su relación tormentosa con su
maestro y amante Auguste Rodin. Ahora, una extraordinaria Juliette Binoche da vida a una desglamourizada y madura Camille, recluída en un sanatorio para enfermos mentales por su propia familia. El también realizador francés Bruno Dumont decide capturar solamente unos días de la vida
de Camille en el invierno de 1915, para narrar su doloroso encierro en el asilo Montdevergues, al sur de Francia, donde pasó los últimos 30 años de su vida y moriría en 1943,
a los 79.
La labor de Dumont no es hacer películas bellas, “quiero
provocar al espectador”, según sus propias palabras. Sus polémicas cintas muestran la violencia extrema y reflejan toda la ingratitud, la aspereza, la
brutalidad y también la belleza de sus protagonistas. La atormentada
interioridad del ser humano y sus lados oscuros, han sido los temas de La Vida
de Jésus (1997), La humanidad (1999), 29
Palmas (2003), Flandres (2006),
Hadewijch
(2009) y Fuera de Satán (2011). En
su nueva cinta sigue fiel a esa premisa.
El realizador se
centra en un tiempo muy corto y preciso, pero le basta para mostrar toda la
confusión de la protagonista y explorar en sus trastornos emocionales, más no
mentales. Camille es sin duda la más
sana de todos los pacientes del lugar que gritan, berrean y lloriquean sin
control. Ella está consciente de su situación y eso es lo peor. No termina por entender
qué hace en ese asilo y le expresa al
médico del hospicio lo absurdo de estar ahí. El desamparo en que se encuentra
es palpable La artista se pregunta: ¿de qué se me acusa? ¿de haber vivido sola?
¿de tener gatos?
Camille siente que ha sido secuestrada, encerrada y que
la vigilan. Se siente como una criminal a la que no le permitieron tener un
abogado. Deja ver que fue víctima de la incomprensión y abandono de su familia y
del machismo de la época que no toleraba que una mujer fuera diferente y que
tuviera talento. Sin duda, Camille fue una mujer demasiado libre e
independiente, una creadora extraordinaria que rechazó las costumbres y convencionalismos de la sociedad en que le tocó vivir. Así, molestó
por tener una mente desarrollada y decidieron reprimir su creatividad y
genialidad para siempre.
Al minimalismo dramático se une un voyeurismo
malsano. Camille pasa de la
desesperación colérica a la impotencia silenciosa. Una cámara sigue las rutinas
diarias de la heroína para posarse luego en su rostro y capturar sus emociones
extremas. Hay grandes silencios perturbadores, interrumpidos por los desesperantes gritos de alguna
enferma o por el golpetear incesante de
una cuchara en la mesa. Camille es un ente fuera de lugar que recoge un puñado
de barro e intenta darle forma entre sus dedos pero lo lanza con rabia. Las
notas de Johann Sebastian Bach, Magnificat, se elevan como oraciones que
quieren mitigar la desesperanza de Camille en su hostil entorno, un manicomio
real con auténticos pacientes con discapacidad mental.
En su desposeimiento afectivo, tanto de Rodin como de su madre y hermanos, Camille espera con gran
alegría la próxima visita de su hermano menor, un gélido Paul Claudel (Jean-Luc Vincent), al que suplica la
saque de ahí y en quien trata de
encontrar consuelo. No obstante, el escritor y poeta católico está convencido
de la locura de su hermana y será uno de los responsables del cruel destino de
Camille. Para escribir el guión, Dumont se basó en una correspondencia
epistolar entre Camille y Paul, así como en los informes médicos.
Dumont eligió de manera acertada a la talentosa Juliette
Binoche, quien se mete de lleno en la piel de una Camille angustiada, llena de dolor y de
ilusiones que se extinguen de inmediato, y que cuenta le robaron su obra y que
tras su reclusión, Rodin se quedó con sus esculturas, algunas de ellas se las atribuyó como
propias.
Visualmente bella, Camille Caludel brilla en su
conjunto, pero particularmente por la magistral actuación de Binoche, sin duda la más entrañable,conmovedora y emotiva de su carrera. Un
filme muy duro y amargo que invita a
reflexionar en torno al sentido del arte, a la creatividad reprimida y al alto
precio que ha pagado la mujer a lo largo
de la historia por su deseo de ser libre y exigir ser tratada como ser
pensante.
De los mejores estrenos de esta semana que no te puedes
perder.
Dirección y guión: Bruno Dumont.
Reparto: Juliette Binoche, Jean-Luc Vincent, Emmanuel
Kauffman , Marion Keller y Robert Leroy.
País: Francia.
Año: 2013.
Género: Drama biográfico.
Duración: 95 minutos.
Clasificación: Adolescentes y adultos.
Fecha de estreno: 25 de octubre de 2013.
LA CINTA SE EXHIBE EN CINETECA
NACIONAL Y EN SALAS DE CINÉPOLIS, CINEMEX Y CINEMARK.
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