Por Julia Elena Melche.
La fascinante y controvertida historia del célebre ciclista profesional
tejano Lance Armstrong, ganador del Tour de Francia en siete ocasiones
consecutivas, de 1999 a 2005, que venció un cáncer testicular y se vio envuelto
en uno de los mayores escándalos de dopaje deportivos, es llevada a la pantalla
por el británico Stephen Frears, nominado al premio Oscar como mejor director
por Los
estafadores (1990) y La reina (2007).
El gran acierto del cineasta es no enfocarse en la vida
personal de Armstrong, sino en reconstruir la meticulosa investigación del multipremiado periodista irlandés de deportes Dave
Walsh, que duró 13 años, sobre las trampas y engaños que realizó el ciclista
para ganar múltiples competencias, mismas que reveló en su libro “Los siete
pecados capitales: mi búsqueda de Lance Armstrong”, y que sirve de inspiración
al filme.
Así, el periodista (Chris O'Dowd) se dio a la tarea de
recoger testimonios de excompañeros y gente relacionada con Armstrong para
sacar a la luz el programa de dopaje más sofisticado, profesionalizado y
exitoso que el deporte haya visto jamás y en el que se vieron involucrados
otros ciclistas con la ayuda del médico deportivo italiano Michele Ferrari
(Guillaume Canet), quien llevó a cabo un programa de administración de
esteroides que no podía ser detectado en las pruebas de antidoping, utilizando
hormonas y transfusiones de sangre para mejorar el rendimiento de los atletas en
las carreras.
Ya en el 2009, el polémico documentalista oscareado Alex Gibney confeccionó el
revelador filme La mentira de Armstrong, donde narró el regreso del ciclista
desde su retiro en 2005 y su intención de ganar su octavo Tour, registrando su
colapso y la entrevista televisiva en 2013 con la popular presentadora Oprah
Winfrey, en la que admitió haber utilizado sustancias dopantes para mejorar su
rendimiento.
Sin duda, ambas cintas se complementan porque retratan la
gran capacidad de mentira y corrupción de un atleta para obtener celebridad y
fortuna; la primera ofrece un estudio penetrante de la personalidad compleja e
irritable del ciclista, la segunda revela ciertos procedimientos que utilizaron
los atletas para esconder su consumo de
drogas y que fueron revelados por la
masajista de Armstrong.
Interpretado por un estupendo Ben Foster, Armstrong aparece
como el atleta en ascenso del deporte más difícil y un ídolo inspirador por haber
sobrevivido a un terrible cáncer, pero también como un tipo arrogante, ambicioso,
vanidoso, cínico y sin límite alguno con tal de ser el mejor en su actividad
deportiva ya que presentaba limitaciones para el ciclismo de altura, quien
utilizó su enfermedad a manera de chantaje sentimental así como sus donaciones para la lucha contra
el cáncer.
El realizador de 75 años de Mi hermosa lavandería
(1985), Relaciones peligrosas
(1988) y Filomena (2013) se apoya en un bien estructurado guión del su
coterráneo John Hodge, con trabajos
sobresalientes como Trainspotting (Boyle, 96) y muestra un excelente pulso para
crear atmósferas de suspenso y mantener un ritmo adecuado a lo largo de la
cinta, en la que incluye imágenes de archivo. Evita cualquier discurso moralista
y encasillar a los personajes en buenos y malos. Su habilidad y dinámica radica
en retratar a un hombre escéptico que busca descubrir la verdad, y la infamia y
tragedia de un héroe y villano.
Muy recomendable.
Dirección: Stephen Frears.
Guión: John Hodge, basado en el libro del periodista David
Walsh.
Reparto: Ben Foster (Lance Armstrong), Chris O'Dowd
(periodista David Walsh) Guillaume Canet
(médico Michele Ferrari).
País: Reino Unido-Francia.
Año: 2015.
Género: Drama/Biopic.
Duración: 103 minutos.
EL ENGAÑO DEL SIGLO (THE PROGRAM) SE EXHIBE EN CINETECA NACIONAL.
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