sábado, 22 de julio de 2017

EN LA MIRA DEL FRANCOTIRADOR (THE WALL)







Por Fabián Quezada León

Es 2007, son los últimos días de la guerra de Irak. Bush ha cerrado el telón ante el mundo. Dos soldados norteamericanos hacen guardia por muchas horas vigilando un oleoducto desierto en el que yacen seis cadáveres. El sargento Allen Issac (Taylor-Johnson) y su superior Shane Matthews (Cena) se están rostizando bajo el sol sin moverse, camuflajeados en las dunas.

Nada se mueve, nada se escucha. 
Solo el calor calcinante desespera. 
Pero, oculto en la nada un francotirador experto los asecha, esperando acabar con ellos de la manera más cruel y certera posible.

Cuando se habla de cintas de guerra se entra en un terreno en el que la cinematografía ha encontrado un yacimiento inagotable, porque inagotable es la sed guerrera y violenta  de la raza humana, tal vez solo equiparable a la necesidad de amor. 

De esta manera, hemos visto toda clase de obras en el que el tema se ha tocado de todas las maneras posibles desde grandes y fastuosas producciones situadas en todas las épocas de la historia humana y en futuros más lejanos que el punto más distante del universo. Guerras con humanos, con animales, con máquinas, con alienígenas con todo lo que posea la inteligencia, la fuerza y recursos para representar un enemigo a destruir.

Guerras enormes y guerras fantásticas, guerras de culto, guerras por ambición y por miedo, pero siempre sin causa lo suficientemente explicada.
The Wall en una manera simple y perfecta representa todo ello cargada en los personajes mínimos para que exista un conflicto y eso la lleva a niveles profundos que más que el despliegue armamenticio avasallante nos lleva a un terror real inscrito en el interior de la mente, a la llana lucha por la supervivencia y a la certeza que se va haciendo cada vez más sólida de que existe una única salida que puede costar la vida.
Con dos personajes visibles y otro que aparece solo en una voz desconocida, con un seco acento que refleja milimétricamente su dureza y perversidad, Doug Liman de quien hemos visto anteriormente “Go”(1999) “The Bourne Identity”(2002)   “Mr. & Mrs. Smith,”(2005)  y “Edge of Tomorrow”(2014) y que se ha dedicado mucho más  a la producción, toma ahora el mando en esta dramática muestra de que el principio de la guerra siempre son dos y en los hombros de Taylor-Johnson se recarga todo el drama y la incomprensión ante la pregunta de “al final de cuentas, qué estoy haciendo aquí? Y al mismo tiempo, “en serio quiero irme a casa?” solo ante eso se tiene suficiente conflicto para llegar a la desesperación. 

No hacen falta más de 20 horas que duraron los protagonistas acostados en la arena bajo la maleza, sino en una hora y media que dura la película. En un momento llegas a sentirte tan acorralado como Issac y con seguridad te harás las mismas preguntas.

Lo más relevante de todo es que aunque a simple vista la trama de un hombre acorralado a merced de un francotirador hiper certero no pareciera lo suficientemente llamativa es hasta cuando se está detrás de la pared con Issac hablando con el francotirador que se abren los hondos abismos de los cuestionamientos y el terror mientras las soluciones se agotan y se pierde la esperanza. 

Todo es gracias al guión de  Dwain Worrell que sin piedad jala a la suficiente locura/desventura/ira para llevar a sus personajes a extremos, mucho más cuando Juba (Nakli) el misterioso francotirador aparece dentro de las frecuencias del radio para asechar y al mismo tiempo servir a Issac del único contacto humano posible para desahogarse, mientras el francotirador juega con él al gato y al ratón, siendo  una fantasmal voz anónima que al mismo tiempo que lo irrita y amenaza es también alguien desconocido que lo impulsa a, irónicamente, seguir con vida.

Liman comprueba con “The Wall” que es un director todo terreno y que no necesita de enormes producciones Hollywoodenses para abrumar con su trabajo, para colocar las fichas detrás de una endeble pared de piedras a la espera de que el sadismo se desencadene; no tanto con balas si no  con palabras (que son más certeras y demoledoras) 

Taylor-Johnson nos sorprende por su crecimiento actoral. 
Demuestra sólidamente que puede ser un actor para todo tipo de argumentos, toma este “danzón dedicado a” y nos arrastra con él porque no es un super héroe es simplemente un hombre atrapado dentro de un espiral sin respuestas, es el eje de este “show para un hombre y una voz” desde aquel Kick Ass hasta ahora ha recorrido un tramo y sostiene toda la acción impecablemente aferrado a esa débil pared, a la línea entre la sanidad, la locura y la confesión de sus más aberrantes culpas, a esa frágil esperanza de que su ejército debe percatarse de la ausencia de sus reportes a que el sadismo de su enemigo desee seguir jugando a dejarlo con vida… 

Toda la ferocidad de la guerra sin una sola explosión avasallante, solo la vida que se escurre por la herida sin agua, sin alimento, bajo el sol y el polvo de un sitio fantasmal donde a lo lejos se escucha una lámina golpear una y otra y otra vez, azotada por el viento.

Además “The Wall” es a la vez una declaración, un grito cuestionante sobre la inutilidad de el envío de tropas a países que después de habérseles entrenado se considera enemigos, es una elegía a los muertos en batalla en campos extranjeros es una pregunta abierta ante “usted perdone, nos equivocamos, no encontramos la causa por la cual nos lanzamos a invadirlos” mientras se ponen los clavos de los ataúdes de miles de seres humanos.

Al final de cuentas “The Wall” es esa frágil barrera que delimita la frontera de un tema bochornoso para la historia y crecimiento de la humanidad; la guerra y la violencia. Ambas conforman un entramado confuso en el que lo mínimo que se pierde paradójicamente es el don más preciado de la existencia humana; la vida.


Director: Doug Liman
Reparto: Aaron Taylor-Johnson, John Cena, Laith Nakli
País: Estados Unidos
Año: 2017
Género: Drama, Bélico, Suspenso
Duración: 1 hr 21 min
Clasificación: Adultos. Temática, Violencia.
Fecha de estreno en México: 20 de Julio 2017

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