jueves, 29 de noviembre de 2012

AMOR: LA GRAN GANADORA EN LA ENTREGA DE LOS ÓSCARES.



Por Julia Elena Melche.

La cinta mereció el premio Óscar como Mejor Película Extranjera.

El germano austríaco Michael Haneke es uno de los realizadores actuales más brillantes, con una sorprendente lucidez para mostrar el realismo más crudo y desolador, mediante una sobriedad absoluta, pero sin asomo alguno de moralejas. 

En su reciente cinta Amor, hace a un lado sus inmejorables reflexiones sobre los comportamientos patológicos de personajes retorcidos de Juegos divertidos  (97) y La pianista  (01) para descubrir ahora vulnerabilidades y capacidades afectivas en la vejez, la enfermedad y en la cercanía de la muerte. Con un guión propio, construye un devastador drama intimista que narra la historia de una pareja octogenaria, culta y refinada; Georges y Anne, profesores de música jubilados que viven en un departamento parisino. Cuando ella sufre un ataque cerebral que le paraliza la mitad del cuerpo, George decide cuidarla en su hogar, rechazando la idea del asilo.

En la cinta se elimina cualquier arrebato y chantaje sentimentales y se aleja de retratos autocompasivos. En buena medida, gracias a las convincentes interpretaciones de dos leyendas del cine francés; Jean-Louis Trintigant de Y Dios creó a la mujer (Vadim, 56) y Emmanuelle Riva de Hiroshima mi amor (Resnais, 59), nominada como Mejor Actriz). Ambos ofrecen una notable composición de sus personajes, mediante contenciones emotivas que vuelven más intenso el relato.

La historia se guía por un estudio pausado de sentimientos para  presentar un amor incondicional en los actos más sencillos. En un tono entrañable, el director entreteje los lazos afectivos de los ancianos que se van fortaleciendo en su elegante, aunque lastimosa cotidianidad. En un plano estático, el talentoso fotógrafo de Medianoche en París, Darius Khondji, captura el rostro conmovido de Georges, quien imagina a su amada Anne tocandoel piano, otro, registra durante varios minutos las dificultosas rutinas del hombre para alimentarla.

La experiencia no es fácil. El espectador asiste a una observación casi clínica de la vejez, de una enfermedad degenerativa y de un amor puesto a prueba. En su progresivo e inevitable deterioro, Anne naufraga en estados de demencia  y en una condición de dependencia física absoluta, humillante para ella. Georges, siempre cariñoso y con una paciencia infinita, estalla en expresiones abiertas de impotencia y desesperación cuando el velar día a día por su esposa se convierte en una empresa que lo agobia y rebasa.

Sutil, pudorosa y profundamente humana, la cinta hace palidecer relatos agridulces sobre el mundo delos viejos, como La caja de pandora (Ustaoglu, 08) y Las flores del cerezo (Dörrie, 08). Haneke no busca matizar la historia con apuntes románticos. La envuelve con miradas extraviadas, notas de Schubert y Beethoven que se vuelven hirientes y con el frío distanciamiento de una hija (Isabelle Hupert) que conversa de los precios inmobiliarios con su madre.

Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes del año pasado y con un alegato por una vejez digna, el filme es sin duda la mejor obra del realizador. Amor sacude hasta arrebatar el aliento y duele, duele, duele.

EL DIRECTOR.

En sus provocadoras cintas, para muchos irritantes e incómodas, el también filósofo y ex crítico de cine Michael Haneke, rompe con los esquemas fílmicos y las estructuras narrativas tradicionales, inclinándose por prolongados planos fijos y la acción fuera de campo. En su mirada radical sobre una violencia gratuita, tanto física como psicológica que raya en la degradación, y mayormente sugerida, no pretende dar respuestas, sino cuestionarla y hacer pensar al público. Por El listón blanco, siniestra crónica del autoritarismo alemán y la intolerancia religiosa, recibió su primera Palma de Oro en Cannes 2009. 

Dirección: Michael Haneke.
Reparto: Jean-Louis Trintigant, Emmanuelle Riva, Isabelle Hupert.
País: Francia.
Año: 2012.
Duración: 127 minutos.
Género: Drama.
Clasificación: Adolescentes y adultos.





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