Por Julia Elena Melche.
El germano austríaco Michael Haneke es uno de
los realizadores actuales más brillantes, con una sorprendente lucidez para
mostrar el realismo más crudo y desolador, mediante una sobriedad absoluta,
pero sin asomo alguno de moralejas. En Amor hace a un lado
sus inmejorables reflexiones sobre los comportamientos patológicos de personajes
retorcidos de Juegos divertidos (97) y
La
pianista (01) para descubrir ahora
vulnerabilidades y capacidades afectivas en la vejez, la enfermedad y en la cercanía
de la muerte.
Con un guión propio, construye un devastador drama intimista que
narra la historia de una pareja octogenaria, culta y refinada; Georges y Anne,
profesores de música jubilados que viven en un departamento parisino. Cuando
ella sufre un ataque cerebral que le paraliza la mitad del cuerpo, George
decide cuidarla en su hogar, rechazando la idea del asilo.
autocompasivos. En buena medida, gracias a
las convincentes interpretaciones de dos leyendas del cine francés; Jean-Louis
Trintigant de Y Dios creó a la mujer (Vadim, 56) y Emmanuelle Riva de Hiroshima
mi amor (Resnais, 59). Ambos ofrecen una notable composición de sus
personajes, mediante contenciones emotivas que vuelven más intenso el relato.
La historia se guía por un estudio pausado de
sentimientos para presentar un amor
incondicional en los actos más sencillos. En un tono entrañable, el director entreteje
los lazos afectivos de los ancianos que se van fortaleciendo en su elegante,
aunque lastimosa cotidianidad. En un plano estático, el talentoso fotógrafo de Medianoche
en París, Darius Khondji, captura el rostro conmovido de Georges, quien
imagina a su amada Anne tocando el piano, otro, registra durante varios minutos
las dificultosas rutinas del hombre para alimentarla.
La experiencia no es fácil. El espectador
asiste a una observación casi clínica de la vejez, de una enfermedad
degenerativa y de un amor puesto a prueba. En su progresivo e inevitable
deterioro, Anne naufraga en estados de demencia y en una condición de dependencia física
absoluta, humillante para ella. Georges, siempre cariñoso y con una paciencia
infinita, estalla en expresiones abiertas de impotencia y desesperación cuando
el velar día a día por su esposa se convierte en una empresa que lo agobia y
rebasa.
Sutil, pudorosa y profundamente humana, la
cinta hace palidecer relatos agridulces sobre el mundo delos viejos, como La
caja de pandora (Ustaoglu, 08) y Las flores del cerezo (Dörrie, 08).
Haneke no busca matizar la historia con apuntes románticos. La envuelve con
miradas extraviadas, notas de Schubert y Beethoven que se vuelven hirientes y
con el frío distanciamiento de una hija (Isabelle Hupert) que conversa de los precios
inmobiliarios con su madre.
Sin duda, Amor es la mejor obra de
Haneke y un inmejorable alegato por una
vejez digna que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año. Para la ya próxima entrega de los Óscares está nominada como
Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Guión Original y Mejor Película Extranjera.
Amor
sacude hasta arrebatar el aliento. Duele, duele, duele.
Dirección: Michael Haneke.
Reparto:Emmanuelle Riva, Jean-Louis Trintigant e Isabelle Hupert.
País: Francia-Alemania-Austria.
Año: 2012.
Género: Drama.
Duración: 127 minutos.
Clasificación: Adolescentes y adultos.
Fecha de estreno en México: 18 de enero de 2013.
EL
DIRECTOR.
En sus provocadoras cintas, para muchos
irritantes e incómodas, el también filósofo y ex crítico de cine Michael
Haneke, rompe con los esquemas fílmicos y las estructuras narrativas
tradicionales, inclinándose por prolongados planos fijos y la acción fuera de
campo. En su mirada radical sobre una violencia gratuita, tanto física como
psicológica que raya en la degradación, y mayormente sugerida, no pretende dar
respuestas, sino cuestionarla y hacer pensar al público. Por El
listón blanco, siniestra crónica del autoritarismo alemán y la
intolerancia religiosa, recibió su primera Palma de Oro en Cannes 2009.
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