sábado, 5 de marzo de 2016

EN EL NOMBRE DEL AMOR (THE CHOICE)





Por Fabián Quezada León

Adaptado de la novela de Sparks y siguiendo fiel a su estilo: el melo/amoroso exponencialmente empalagoso, ahora nos presenta esta conflictuada pareja que lucha entre su amor, sus ocupaciones laborales, y la mano cruel del destino.



Gabby (Palmer) es una estudiante de medicina deseosa de encontrar un lugar tranquilo para vivir y estudiar, y claro está, el destino la manda a ser vecina de Travis (Walker) un soltero seductor, veterinario quien vive solamente acompañado de su perro y que tiene, sentimentalmente, “múltiples compromisos variables”.

Desde el primer momento estos dos “chocan”, lo que solo incrementa nuestra certeza de que se “están haciendo del rogar” y que pronto veremos surgir uno de esos ya conocidos romances que Sparks maneja en todas sus novelas. (Noticia: No nos equivocamos.)

El idilio se relata en un recorrido que transcurre en 10 años donde vemos como fue que ambos fueron “enamorándose” no obstante que Gabby ya tiene novio. Pero obvio el destino está trazado y cuando todo parece ir de maravilla, deben afrontar un incidente que podrá a prueba su amor. 

Qué de nuevo/interesante/desconocido/ nos puede ofrecer Sparks en sus relatos después de 11 películas? Esa será la pregunta más profunda que uno se puede hacer tras de ver esta historia. (y si se libró del coma diabético emocional)

Sparks se ha distinguido por su melo exacerbado y por un (cada vez mayor) rango de chantaje empalagoso en sus tramas, eligiendo constantemente escenarios sureños con protagonistas que navegan con bandera de mujeres fuertes e independientes y hombres hechos a la medida, seductores, sentimentales y profundamente caballerosos, como debe ser un “señorito del sur” He aquí que en esta ocasión los protagonistas siguen esos patrones con el dulcísimo emplaste de además integrar en su relación amorosa a sus mascotas.
Todo llevado a tal extremo que en algunos instantes pareciera que el guión marca un “insertar lágrimas de la audiencia aquí”. No basta decir que: “las obras se enfocan a un público mayoritariamente femenino y con intereses románticos”, sino que lo que realmente irrita es la concepción prefabricada de ese público en base a los estereotipos que se le ofrecen como modelos deseables de una relación y como conceptualización del amor.

Y para ello solo basta enumerar los elementos omnipresentes que parecieran surgir de las más añejas portadas de las ediciones de “True Romance” o “Barbara Cartland”: “idílicas locaciones sureñas, seductores galanes, tiernos cachorritos, ensoñadoras playas/lagos/puestas de sol/paseos campestres/bombas lacrimógenas en cantidades memorables/discursos empalagosos y finales que dejarían pálido al “vivieron felices por siempre”.

La cuestión no es que esté mal hacer cintas en torno a las relaciones amorosas, es un tema válido cuanto se maneje con las debidas justificaciones, que los personajes sean llenos, dinámicos, complejos, vivos, pensantes; no simples titeritos para presentar una serie de tragedias hiladas de manera fatalista cada vez que alguna esperanza de haber alcanzado la felicidad se hace presente. La trama debe construirse en torno al personaje no al revés.

El amor puede ser brutalmente pegajoso o sublimemente feroz, pero quienes nos llevan a la historia y nos hacen participar de ella como cómplices nos deben de enamorar también, no manipular y chantajear, porque eso produce los efectos contrarios y se detecta fácilmente.

La trama de una buena historia romántica puede resultar algo extremadamente difícil de tratar, dirigir y manejar porque involucra sentimientos muy básicos y comunes en cada ser humano sexo, atracción, amor/odio,  competencia y triunfo. Eso es una tarea fundamental en el guión pero debe complementarse con la dirección y la química de los protagónicos en pantalla. Katz no puede lograr que sus estrellas prendan esa intimidad porque hay demasiado sucediendo a su alrededor; (novios/amantes/partos/paseos/trabajo) y la raíz de todo reside en la pesadez melosa del libreto. 

Aún más, todo lo que hipotéticamente podría ser un obstáculo para el amor de la pareja son meros pretextos, que sin causa ni justificación son eliminados de un plumazo por los mismos protagonistas, ninguna de sus “relaciones” se interpone realmente entre ellos, ni el novio de Gabby (Welling) ni la novia/amante de Travis, entonces dónde está el conflicto cuando no hay antagónicos?
Ah! En el destino, entonces a la manera Sparks se resuelve mandando al infortunio a escena. Pero eso no importa, porque desde ese momento, sabedores ya del final, el público solo espera que se enciendan las luces para no pagar más de estacionamiento. 

Director: Ross Katz
Reparto: Benjamin Walker Ben Walker, Teresa Palmer, Maggie Grace, Alexandra Daddario.
País: Estados Unidos
Año: 2016
Género: Romance, Drama
Duración: 1 hr. 51 min.
Clasificación: Mayores de 13
Estreno en México: 4 de Marzo

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