jueves, 24 de febrero de 2011

127 HORAS (127 HOURS): ALTAS DOSIS DE SUSPENSO.


Por Julia Elena Melche

Aron Ralston Lee dejó su carrera de ingeniería para practicar actividades al aire libre y dedicarse al montañismo. En 2003 viaja al desierto de Utah para descender en rápel por el cañón Blue John, resbalando por una cuerda y dándose impulso con los pies, con el fin de romper su propio récord. Al ir bajando, una roca se deprende y cae sobre su brazo, dejándolo atrapado contra la pared del cañón. Durante las siguientes 127 horas, Ralston tratará de sobrevivir, pero poco a poco va quedándose sin agua y sin alimentos. Su madre y hermana ignoran a dónde se encuentra. A sus amigos tampoco les avisó que saldría de excursión. Su celular no tiene señal. Así que él solo tendrá que buscar la manera de liberarse o de esperar una muerte inminente.

El caso del montañista estadunidense cobró enorme fama, En el 2004 publicó sus experiencias en el libro “Between a rock and a hard place”, traducido al español como “Entre la espada y la pared”, del que ahora se inspira el realizador inglés Danny Boyle para su reciente largometraje, nominado para 6 estatuillas en la próxima entrega de los Óscares, entre ellas, como Mejor Película y Mejor Actor.

El director de los estupendos thrillers de humor negrísimo Tumba al ras de la tierra y La vida en el abismo (Trainspotting) y de la oscareada Quisiera ser millonario (Slumdog millionaire), retrata la proeza real que vivió Ralston en lucha contra la muerte mediante un drama de supervivencia de enorme suspenso a partir del personaje inmóvil y en un escenario estrecho. El encargado de interpretarlo es el californiano James Franco del drama romántico Camille y del thriller policíaco Condenado, quien consiguió notoriedad en la saga de El hombre araña como el hijo del Duende Verde, y en quien reposa ahora todo el peso del filme. Su actuación es sobresaliente.

En 127 horas, Boyle continúa con su afición por traducir en imágenes novelas exitosas y por penetrar en el universo personal de sus personajes, en su mayoría en situaciones adversas y límite. Ahora, Ralston hace un repaso sobre su vida pasada, un tanto disipada e intrépida, a través de continuos flashbacks, para analizar y reflexionar acera de las relaciones con sus amigos, con su familia y con una novia a la que dejó por miedo al compromiso. En ellos también se puede percibir a un Ralston afectado por la desesperación y la falta de alimento; sueños, alucinaciones, percepciones distorsionadas de la realidad y pensamientos confusos empiezan a poblar su mente.

En indudable el talento de Boyle en el manejo del ritmo y de los lenguajes cinematográficos así como en el aprovechamiento de la fotografía y el uso de la música. De nueva cuenta se sirve de una cámara en movimiento con abundantes primeros planos para atrapar el desasosiego del personaje. Muchas veces es subjetiva, como en las escenas donde Ralston se filma a si mismo con su cámara dando testimonios de sus emociones y sentimientos, a manera de diario y de testamento. A veces recorre los sinuosos y angostos espacios de manera nerviosa mediante top-shots, contrapicadas y lentes de gran angular, como reflejo de la angustia e impotencia de Ralston y contagiando al espectador de esas sensaciones. Mientras tanto, la trepidante banda sonora a cargo de A.R. Rahman, contribuye a incrementar las atmósferas claustrofóbicas y de temor ante la muerte.

Y como siempre, el cineasta se permite buenas dosis de humor para ironizar las situaciones; la actuación de Ralston como si estuviera en un reality show da lugar a una mordaz crítica a estos programas televisivos. Si embargo, hay un excesivo regodeo en la terrible escena de la cinta donde Ralston sacrifica su brazo para continuar con vida. Tal parece que Boyle busca ahora más la manipulación de las emociones a través de golpes efectistas que el drama en sí del personaje, volcándose mayormente por el delirio visual y por un gore innecesario. Si en Tumba al ras de la tierra optó por inteligentes descuartizamientos y mutilaciones en off, sólo sugeridos con sonidos y sombras para dejar volar la imaginación del público, ahora es demasiado gráfico y explícito.

Si el espectador es muy sensible e impresionable, es mejor abstenerse.

Dirección: Danny Boyle.

Reparto: James Franco, Amber Tamblyn, Kate Mara, Kate Burton y Clémence Poésy.

País: Estados Unidos-Gran Bretaña.

Año: 2010.

Género: Drama.

Duración: 95 minutos.

Clasificación: Mayores de 15 años.

Fecha de estreno en México: 25 de febrero de 2011.

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