Por Julia Elena Melche.
En nuestro México Lindo y Querido, primero se condena y luego se investiga. Una persona es culpable hasta que se demuestre lo contrario. A diferencia de otros países, donde al aprehendido se le dicen sus derechos y se le asigna un abogado defensor, aquí la policía judicial “levanta” al primero que ve, le adjudican el “muertito” y sin más, lo acusan del homicidio, lo encarcelan y le dictan sentencia. A José Antonio Zúñiga Rodríguez de 26 años, le sucedió eso; el 14 de diciembre del 2005 es metido a la fuerza por unos judiciales en un auto sin placas, luego es acusado de homicidio calificado y condenado a 20 años de prisión en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México.
A Antonio se le practicó la prueba de Harrison para determinar si disparó un arma de fuego y salió negativo. Se le acusó sin pruebas, solo con la declaración de un testigo ocular, un primo del muerto, el joven menor de edad Víctor, quien reconoce que nunca vio que Antonio matara a su pariente. Los testimonios de amigos, vecinos y familiares que lo vieron el día del homicidio, trabajando en su puesto ambulante en un barrio de Iztapalapa, a kilómetros del lugar del siniestro, nunca fueron tomados en cuenta por el juez, al que Toño nunca vio ni conoció, ya que nunca estuvo presente en las audiencias. Su abogado defensor contaba con una cedula profesional falsa. Se le compara con un retrato hablado al que no se parece.
Con todas estas irregularidades y factores a favor del acusado que debieron haberse investigado, aún así, Antonio es condenado a purgar una condena por un asesinato que nunca cometió. Por fortuna, su novia Eva Hernández se pone en contacto con dos abogados que habían hecho estudios e investigaciones sobre el sistema judicial mexicano y realizado el cortometraje El túnel, donde denunciaron su descomposición, ineficacia, corrupción y abusos, con la necesidad urgente de cambiarlo. Se trata de Layda Negrete y su pareja Roberto Hernández, legistas comprometidos quienes deciden ayudar a Toño y pedir permiso a las autoridades para introducir cámaras y micrófonos en el reclusorio con el fin de filmar el proceso de los juicios e interrogatorios.
El resultado es el revelador documental Presunto culpable, realizado por el cineasta, productor y editor australiano Geoffrey Smith, de quien se exhibió el filme El cirujano inglés en el Festival de documentales Ambulante del año pasado. Smith edita el material filmado por la pareja de abogados de más de 300 horas. Con cámara en mano, Layda y Roberto capturan la pesadilla de Toño durante los más de 2 años que estuvo preso, a quien se le negaban todas las posibilidades legales para salir. Saben que les espera una dura y difícil tarea, en medio de un sistema que acusa a la gente sin pruebas y en el que el acusado debe hacer hasta lo imposible para demostrar que es inocente, pues de antemano ya ha sido condenado.
Con excelente ritmo, Presunto culpable destaca por su magnífica edición y una sólida narrativa del drama de uno de los miles que son acusados injustamente en nuestro país. Desnuda la corruptela e irresponsabilidad de un sistema penal que fabrica culpables, atropellando la libertad de cualquier ciudadano porque la policía debe de cumplir su cuota de detenidos diarios. A Toño le tocó ser uno de ellos solo por estar en el lugar y la hora equivocados. Pero, ¿Qué hace sobresaliente a este documental? Si bien, existen filmes ficcionales que han retratado la podredumbre de la justicia en México, en el género del documental es casi inexistente y mucho menos en tiempo real. La cinta inicia a finales del 2005 hasta mediados del 2007. Se observa al destacado penalista Rafael Heredia buscando apelaciones del caso y un nuevo juicio y que se acepten las pruebas y testimonios de la inocencia de Antonio. En la celda que vive hay muchos más reos y él tiene que dormir en el piso entre cucarachas y el frío.
La importancia de la cinta radica también en que gracias a ella Antonio pudo conseguir su libertad, reunirse con su solidaria y valiente novia que nunca lo abandonó y estar al lado de su pequeña hijita que fue procreada durante su encarcelamiento, aunque ahora confiesa que lo vivido le cambió la vida y que no puede evitar sentimientos de temor ante la posibilidad de encontrarse con alguna patrulla. Las cifras que revela el filme son aterradoras: el 93% de los presos nunca ven una orden de aprehensión ni al juez que los sentencian, el 95% de las sentencias son condenatorias, el 92% carecen de evidencias físicas y se basan en testigos y el 78 % de los prisioneros en México son alimentados por sus familias.
Presunto culpable es un documental necesario, que debe ver y conocer todo mexicano, es incómodo porque pone en la pantalla una realidad que da miedo y en la que se vive a diario, pero cuyo contenido creará sin duda conciencia en el público y abrirá puertas para cambios sustanciales. Ojalá que la impartición de justicia en nuestro país se torne en un antes y un después de Presunto culpable.
La cinta se presenta gracias al apoyo de la cadena cinematográfica Cinépolis, cuyas ganancias por su exhibición serán destinadas a la Fundación RENACE, un centro para la rehabilitación de personas con adicciones.
Dirección: Roberto Hernández y Geoffrey Smith.
País: México.
Año: 2009.
Género: Documental.
Duración: 88 minutos.
Clasificación: Todo público.
Fecha de estreno en México: 18 de febrero de 2011.
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