domingo, 7 de diciembre de 2014

ÉXODO : DIOSES Y REYES (EXODUS: GODS AND KINGS)


Por Fabián Quezada León

Ridley Scott, el renombrado director de Gladiador y Prometeo, entre otras, regresa con esta épica bíblica que relata la historia  de Moisés (Bale) y la salida de los judíos de Egipto desde una perspectiva un tanto cuanto más basada en los aspectos de aventura y heroicidad y reforzada por un completo paquete de efectos especiales que la hacen poseer secuencias espectaculares. 

La trama se centra más en la vida de Moisés y en cómo los diversos aspectos de su inserción en la familia real egipcia, en la que crece como un hijo más del faraón, (Turturro) como hermano de Ramsés (Edgerton)   lo que lo dota de una “biculturalidad” que llegado el momento, va a surgir para reforzar su formación y concepción de ser un gran líder, para que cuando el llamado de Dios llegue, poder tomar la posición de máximo liberador de su pueblo.

Retomar los grandes temas clásicos, que han marcado a la humanidad en ciertos momentos, siempre va a ser un juego seductor. Las historias son universalmente conocidas y se han relatado por miles de años, cautivando siempre por su exaltación de la  naturaleza humana.
Estos relatos han traspasado asimismo las fronteras de las artes; de tal forma que del relato y la literatura han sido traducidas a casi todas las artes; desde luego,  el cine también se ha encargado de darles una cara y un color.
La épica del éxodo ya había sido llevada en 1956  a la pantalla por Cecil B. DeMille y sin duda cualquier cinéfilo recordará a Heston abriendo las aguas del mar rojo. (Efecto que para su tiempo, era todo un portento)
Sí, rehacer un relato tiene sus consecuencias, en: “Exodo Dioses y Reyes “Scott toma las riendas imprimiéndole  a la narración de la Biblia, todos los recursos que una cinta de acción hollywoodense pudiera tener. Un protagonista de gran presencia, grandes efectos, gran producción, grandes movimientos de cámara… todo muy espectacular, pero de repente las actuaciones se pierden como les sucede a Turturro, Paul  y Weaver, especialmente.
Es interesante como en un solo año se produjeron dos cintas centradas en figuras del Antiguo Testamento primero vimos Noé y ahora Moisés;   ambas exaltando más la aventura y el tinte épico que las concepciones cinematográficas cincuenteras de la Biblia.

¿Qué pasa con la trama de Moisés aquí?, se nos plantea un Moisés adulto, que ha conquistado su lugar en la corte y que es favorito del faraón sobre su propio hijo. Lo cual sucede sin una explicación profunda.
Tras de una predicción, de que  el salvador del faraón será un poderoso líder, tenemos una gran escena de batalla, Egipcios contra Hititas, en la que  Moisés salva a Ramsés.  La conocida amistad entre el faraón y Moisés se pierde. para dejarnos solo con una relación superficial en la que prevalece la envidia; lo cual hace un flaco favor en el desempeño de la trama.
Tras de su expulsión de palacio, gracias a las intrigas cortesanas, la trama sigue a Moisés en su nueva identidad como hebreo y su vida en un lugar remoto donde además conoce a la bella Sephora, con quién se casa.
Todo continúa sin más o menos novedad; Hasta que tenemos  el episodio de la zarza ardiendo. Que lo hace enfrentarse con una controvertida representación de Dios en la figura de un niño con bastantes ganas de batalla.
Independientemente de las cejas levantadas que eso va  a provocar, sin lugar a dudas es una importante y arriesgada apuesta que jamás se había presentado. Una cosa es indudable, el niño que encarna a Dios es un descubrimiento.
Evidentemente tras de eso, la representación de las diez plagas de Egipto es la parte con mas “carnita” de la película, eficientemente proporcionada por la batería de efectos especiales.
Aquí llama la atención como, a diferencia del relato bíblico en el que la figura de Moisés y Aaron son fundamentales, en la cinta prácticamente desaparecen para que se de, anónimamente, paso a cada una de las plagas, el agua del río convertida en sangre, las ranas, los mosquitos, los tábanos, la peste, las úlceras, el granizo, las langostas, las tinieblas y la muerte de los primogénitos para luego, dar pie a la salida de los hebreos y su llegada al mar rojo con el subsecuente cruce; el cual se desarrolla de una manera completamente diferente a la imagen decimonónica a la que estamos tan acostumbrados; para luego mostrar en una voraz marejada como el ejército egipcio es castigado.
Tras de esa impactante secuencia la cinta se desinfla a velocidades extremas, para, en breves minutos dar un salto cuántico de muchos años en dos tomas que pretenden completar los momentos más significativos de la peregrinación judaica en el desierto: el becerro de oro y las tablas de la ley y de una manera muy poco clara, el fin de Moisés antes de entrar en la tierra prometida. Estos dos momentos proporcionan una de las peores resoluciones de una cinta épica.
Al final,  Éxodo: Dioses y Reyes no obstante poseer acción, efectos especiales y la presencia estelar de un Bale, que gran parte del tiempo habla con la misma voz profunda y murmurante de Batman, plus  la demostración de la dirección y del entusiasmo de Scott,  no termina por definirse como una cinta de acción o de relato bíblico; tal vez demasiado largo, extendiéndose en aspectos que hacen que no fluya continuamente y que además deja de lado personajes y situaciones sin mucho problema ni explicación.

Director: Ridley Scott
Reparto: Christian Bale, Joel Edgerton, Ben Kingsley, Sigourney Weaver, John Turturro, Ben Mendelsohn, Maria Valverde, Golshifteh Farahani, Indira Varma, Hiam Abbass
País: Estados Unidos
Año: 2014
Género: Drama Bíblico
Duración: 2 hr. 22 min.
Clasificación: Mayores de 13.
Fecha de estreno en México: 4 de Diciembre

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