Por Fabián Quezada León
Bien, he aquí que Ben Stiller regresa para la tercera y última parte de las aventuras en el museo. En esta ocasión la misteriosa “tablet” que hace revivir a los personajes históricos, sufre un desperfecto que la corrosiona a gran velocidad y Larry y todos los amigos (Williams, Wilson, Coogan) deben de tratar de repararla. Para ello; qué mejor que ir en busca del faraón (Kingsley) quien ordenó su fabricación, que ahora se encuentra “resguardado” en el museo de Londres.
La
trama principal de esta saga es la de que, gracias a esa misteriosa y poderosa
tablilla egipcia, los personajes del museo de historia natural cobran vida cada
noche y a causa de ello, el guardia del museo ha vivido junto a ellos una serie
de peripecias en cada una de las dos anteriores partes de esta serie.
La
cuestión básica es que ya los conocemos, ya sabemos como son. Sabemos que el Jedediah
el vaquero y Octavius el centurión romano, son amigos/enemigos en miniatura, que
Atila apenas puede pronunciar una frase hilada, que Dexter el mono capuchino
abofetea a Larry y que el bonachón presidente estadounidense Teddy Roosevelt posee una
personalidad extraña. No hay
sorpresa en que sigan actuando de esa forma, pero cuando se repite un chiste se
deben tener nuevas formas de contarlo y eso no sucede en esta parte.
El
que el grupo se embarque a una aventura tratando de “resetear” la “tablet” es
una anécdota que por sí misma no logra sostener la trama y se convierte en un
pretexto para la introducción de nuevos personajes: Sir Lancelot (Stevens) y Tilly
la vigilante del museo británico (Wilson).
Lo
que sí es un hecho es que además de que en el desarrollo de la historia, se
introducen cameos y secuencias efectivas; la escena de Camelot es
particularmente un buen punto de la cinta, así como la acción dentro del cuadro
de Escher. Sin dejar de lado el momento nostálgico protagonizado por
Roosevelt y
Sacajawea (Peck). Lo malo es que son
solo “momentos” porque en un nivel
general, los personajes principales no tienen un peso específico su importancia
se diluye notablemente.
La
perspectiva de poder motivar a la audiencia a internarse en la aventura
increíble de visitar un museo y conocer sus tesoros queda perdida en la tumba
de los tiempos. Kingsley, Owen y
Rebel Wilson, Gervais, Williams, Stevens, Rooney,
Van Dyke, Coogan, van turnándose para decir sus líneas y dejar paso al
siguiente sin pena ni gloria. De alguna
manera el trabajo completo pareciera una serie de viñetas de situaciones que,
unas más otras menos, se ponen juntas para tratar de ensamblar una edición del
tiempo propio para exhibirse en salas de
cine.
Es
patente la falta de un villano, pues dejar en manos del destino ese papel en
una cinta de acción es un paso en falso muy caro.
¿Por
qué? Pues porque se espera que los héroes vivan aventuras, que se enfrenten
contra algo más que la imparable voracidad del tiempo y la falsa opinión de uno
de los personajes, hace falta alguien que de verdad les haga la vida miserable
y los empuje a sacar lo mejor de ellos mismos y aquí eso no sucede. De alguna manera se trata de dar un “cierre”
a las aventuras del clan, se hacen puntos de inflexión en las relaciones padre
e hijo con Larry y su vástago y con el faraón y su retoño y de alguna forma se trata de
darle al resto de los personajes un final feliz, no sin también insinuar que
Rebel pudiera tomar la batuta en algún futuro lejano.
Al
final de cuentas "El secreto de la tumba"
deviene en una colección de viejos trucos para un viejo perro, en una nueva
casa, con invitados /efectos especiales… y en la corroboración de que no
existen cameos despreciables. Si no, pregúntenle a Hugh…
Director: Shawn Levy
Reparto: Ben
Stiller, Robin Williams, Owen Wilson, Steve Coogan, Ricky
Gervais, Rebel Wilson, Dan Stevens.
Año
2014
País:
Estados Unidos
Género:
Comedia, acción, familiar
Duración:
1 hr. 37 min.
Clasificación:
Toda la familia
Fecha
de estreno en México: 25 de Diciembre
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