Por Julia Elena Melche.
Recientemente galardonada con el Premio Nuevos Realizadores
en el Festival de San Sebastián 2013 y el Premio al Mejor Director en el
Festival de Tokio, la ópera prima del cineasta islandés Benedikt Erlingsson, se
ubica en una pequeña comunidad rural de Islandia, donde los habitantes tienen
una especial relación con los caballos, unas entrañables y otras crueles, para
que amor y muerte vayan de la mano en anécdotas desconcertantes. No obstante,
las diferentes historias que se narran no buscan perturbar (aunque hay
secuencias realmente siniestras), tampoco se pretende un mensaje en favor de
los animales o pretender una moraleja que condene al ser humano.
La intención
del director, propietario de caballos y profundamente involucrado en la cultura
ecuestre, es mostrar la forma de vida de un grupo de granjeros en un rincón
gélido y perdido de Islandia, sus peculiaridades culturales y sus estrictos
códigos de honor que practican hasta en los animales, así como las luchas
cotidianas de hombres y equinos y el lazo místico entre ellos.
Con actores no
profesionales, quienes se interpretan a sí mismos, la cinta aporta muchos
rasgos del cine del yugoslavo Emir Kusturica, incluso hay una ruidosa banda
sonora con acordeón, a cuyo ritmo trotan y se mueven los caballos en escenas de
enorme emotividad, para dejar ver toda su gracia, temperamento, fuerza animal y
salvajismo que se fusionan con el paisaje.
El microcosmos de los lugareños es
observado desde la perspectiva de los animales. Los personajes aparecen
reflejados en los expresivos ojos de los caballos, una forma interesante e
inteligente que invita a explorar en lo que hay de humano en los equinos y en
la parte bestial, salvaje y hasta irracional del hombre.
Una cinta que destaca
por su gran belleza plástica y poética, con varias escenas impactantes, en
especial una, surrealista y sin duda fascinante que hipnotiza, donde un caballo
nada, luchando contra las olas, para alcanzar un barco en medio del mar. Filme
anti-hollywood, tan perturbador como fascinante para el cinéfilo que busca la
reflexión y la expresión artística.
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