Basada en
la obra maestra de Fitzgerald llega esta exuberante y lujosa versión de Baz Luhrman,
que dicho sea de paso, tal vez sea quien mejor pudo desplegar los inmensos
excesos en que los alocados 20’s se vivieron
Es 1922
y Nick Carraway (Maguire) un joven aspirante a escritor llega a la bulliciosa
ciudad de Nueva York. Nick tiene más que
sueños en su maleta y mucho más que simples deseos para poder llegar a todo lo alto.
La vida
lo lleva a caer en la cercanía del más excéntrico y seductor millonario que la
ciudad viera jamás: Jay Gatsby (DiCaprio) a partir de ahí, la casualidad y la
suerte llevan a Nick a descubrir que su prima Daisy (Mulligan) y Gatsby son
mucho más que vecinos y antiguos “conocidos”. Fueron novios cuyo amor no pudo concretarse.
El marchó a la guerra y ella cambio de planes. Pero su amor nunca se acabó.
El
impedimento ahora es que Daisy está casada con Tom Buchanan (Edgerton) un
miembro de la “realeza neoyorkina” y que casualmente fue compañero de estudios
de Nick. Gatsby pide a Nick que sea su
aliado para reunirse y reconquistar a Daisy. Pero Nick está entre dos mundos; sumido entre los excesos de Tom y la seductora
presencia de Jay, Nick se encuentra para su desgracia atrapado en el juego de
poder cuyo trofeo es la bella Daisy.
El
amor, la frustración del desencuentro, la lealtad, y el temor confluyen en este
gran clásico de la literatura Norteamericana.
Luhrman
comienza su relato mirando hacia el pasado, desde la clínica en la que Nick se
encuentra, víctima de una grave
depresión.
Pero esta situación no es solo el pasado del mismo
co protagónico, sino el pasado del espectador.
Y al enfrentar a ambos como espejos, los reflejos son infinitos y ahí se
cuelan los ojos que recuerdan lo que la
mente guarda y lo que la pluma exorciza; los dorados años que se fueron,
envueltos en el exceso y el despilfarro, perfumados con la figura de un hombre
misterioso e icónico Jay Gatsby… junto a él se pierden los rumores de las risas,
del champagne descorchado, fluyendo infinito en las copas y el rumor de los
vestidos de las flappers, cubiertas de deslumbrantes joyas.
Ese
pasado que, según Jay, claro que puede repetirse… y esto se convierte en una
condena y una esperanza (de nuevo remitiéndose a ese juego de espejos del
pasado contra el pasado)
¿Acaso
no siempre de una gran crisis surge la devastación y en seguida se recomienza
de nuevo para llegar irremediablemente, si la experiencia humana sigue sin
aprender, tras un periodo de exceso a
una nueva crisis?
Luhrman
se ha ido puliendo en conceptualizar su obra como un abigarrado acto “barroco postmoderno”
donde no solo confluyen elementos explosivamente
pop, sino que el anacronismo casi exacerbado se ha convertido en su sello, desde
Romeo y Julieta (1996) y que luego con Moulin Rouge (2001) llevó a un plano completamente nuevo.
El
asunto es que el impacto visual y auditivo de Moulin Rouge prevalece tan fresco
como hace doce años. Al pensar en Luhrman no se le puede desligar de Ewan
McGregor y Nicole Kidman cantando su Medley
sobre el elefante… y entonces, al contemplar los trailers de Gatsby disparando
todo ese absoluto arrobamiento ante el lujo al detalle, uno no piensa que
Luhrman no volvería a transitar por la senda de hacer cantar a sus actores. Y vas
a ver la película esperando que la
música sea omnipresente como en Romeo+Julieta o Moulin Rouge pero no.
La
música ahora, si bien bastante contempo, no es protagónica, ahora el detalle
excesivo, casi delirante, del ojo se pierde en todo ese extremadamente lujoso entorno
que arrastra con su disparate y su desaforada ansia de acabarse el mundo a todo
y todos y cuya abigarrada composición casi cubre por completo el misterio de Gastby y de su motivación principal: construir un
universo paralelo donde todo sea tan espectacular, lujoso, deslumbrante y derrochador,
como para que una mujer algún día, guiada aunque sea por la curiosidad, se
acerque de nuevo, no importa que sea fugazmente, bastarán solo unos instantes para recuperar el pasado
y volverlo a vivir en la inconsciencia plena, en ese esfuerzo desmesurado de
comerse la vida; pero al mismo tiempo mantenerla en animación suspendida, para
postergar el recuerdo lo más posible.
Pero
esa tarea es como tratar de mantener una pompa de jabón brillando ingrávida por
siempre
Ahora
bien, por más que el espectador (y me incluyo) hubiera deseado desaforadamente
poseer un soundtrack tan vívido y estremecedor como Moulin Rouge, (y de hecho se
añore con ese deseo que se maneja en toda la película) lo real es que no se sabrá
jamás si esto hubiera sido mejor o peor…
o si es una parte del camino como director de Luhrman.
La
cámara, no importa dónde esté, va a captar decenas de extras perfectamente arreglados,
maquillados, enjoyados; cada pared es perfecta, cada candil es resplandeciente,
cada centímetro del insaciable lujo es abrumador. Y los embriagantes acordes
del Charleston difuminan la efervescente carrera de la locura que vuela en los
salones y se sube a los autos con una agenda llena de compromisos sociales
deslumbrantes.
DiCaprio encarna
un Gatsby creíble, pues él mismo es un icono, un personaje latente desde hace
décadas en la cultura pop y sabe como deslumbrar, además de que Luhrman lo
fotografía como las estrellas de la época de oro de Hollywood. Mulligan no es esa etérea belleza que uno
imagina como Daisy, pero es una magnifica y constante actriz. Sin duda por requisiciones
del personaje debe restringirse; estar siempre hablando en ese medio tono y
transitando lo más ingrávidamente que le permitan todas las joyas que usa, pero
es una actriz con oficio y lo ejerce y Maguire como el observador y cómplice
apoya, pero no deslumbra (justo lo que se espera de un coprotagónico de un
romance) Mientras a su lado el mundo entero se desbarata en una bacanal
desenfrenada.
Aunque lo
más importante sobre todo esto son los
conceptos, el embriagante despilfarro, la construcción del sueño americano, el
concepto del hombre hecho por sí mismo y su impenetrable misterio y subyaciendo
a todo, el deseo por un amor perdido que no se defendió y por el cual se
reinventa un mundo entero, sin saber si el universo completo será suficiente
para embrujar y contener la desesperanza del pasado y evitar que trasmine al
futuro.
Reparto: Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Isla Fisher, Joel
Edgerton.
País: Australia/
Estados Unidos
Año: 2013
Género:
Drama, Romance
Duración:
2 hr. 22 min
Clasificación:
Mayores de 13 violencia, temática adulta, ligero contenido sexual
Estreno
en México: 31 de Mayo
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