Honor,
acero y sangre: Cine de Samuráis
en la Cineteca del 16 al 28 de julio.
Recorrido histórico cinematográfico acerca de estos
personajes con producciones de la década de los 30 hasta nuestros tiempos.
Más de una decena de filmes nunca antes vistos en México
conforman esta muestra que refleja el inicio, esplendor y decadencia de una de
las figuras más emblemáticas de Japón.
Una selección de este ciclo viajará como parte del
programa Cineteca va a Monterrey y
Cuernavaca.
El samurái es una figura mítica del imaginario popular
japonés. Al pensar en la historia de Japón es imposible no pensar en los
samuráis, personajes admirados por ser herederos de una tradición de honor,
valentía y sabiduría.
Su evolución histórica, de hombres respetados e imbuidos
de un halo de poder y autoridad, a mercenarios a sueldo, temidos por su
crueldad, ha sido retratada por el cine japonés en numerosas ocasiones.
En el marco de la conmemoración de los 400 años de la
Misión Hasekura, comandada por el samurái Tsunenaga Hasekura con la finalidad
de comerciar con la entonces Nueva España, la Cineteca Nacional, con el apoyo
de la Fundación Japón en México, celebra este acontecimiento que marcó el
inicio de las relaciones entre ambos países con una selección de filmes que
reflejan el devenir histórico de los samuráis con producciones que van de la
década de los 30 hasta nuestros días. Relatos de acción, honor, sangre,
violencia, batallas, lealtad y traición podrán disfrutarse en la Cineteca del
16 al 28 de julio.
El ocaso del samurái (Japón,
2002) primera parte de la trilogía del realizador Yōji Yamada, especialista en
estos personajes, que aquí aborda las arraigadas tradiciones del código de
honor que rige a los samuráis, es la encargada de abrir el ciclo.
A su vez, la programación incluye la segunda y tercera
parte de su trilogía de samuráis, La espada oculta (Japón, 2004), donde el cineasta reflexiona acerca de
la apertura de Japón hacia occidente con la introducción de armas de fuego; y El honor del guerrero (Japón,
2006), una historia de amor, venganza y honor, tres elementos clave en el
género.
Asimismo, destacan clásicos de las décadas de los 30 a
los 60 como La venganza de un actor (Japón,
1935), filme que tras estar perdido durante años ha sido recuperado
recientemente, cuyo protagonista encarna a tres personajes diferentes; La novia del castillo del fénix (Japón, 1957), comedia que marcó un cambio histórico
en la industria fílmica japonesa al ser el primer filme nipón a color y en
CinemaScope que narra la historia de un príncipe que busca a su princesa ideal
y en el camino decide integrarse a un banda de mercenarios; La gran masacre (Japón, 1964), una reflexión
acerca de la política y su poder casi siempre trágico en la vida de los seres
humanos con importantes influencias de cineastas como Oshima e Imamura; y La cruel historia del fin de los Tokugawa (Japón, 1964), filme de acción inspirado en
personajes verídicos acerca de un clan de samuráis sanguinarios al servicio de
una familia poderosa.
Como representantes de las producciones más recientes del
género se presentan Venganza en venta (Japón, 2001), homenaje al cine clásico de samuráis
del veterano realizador Kinachi Okamoto, quien analiza la competencia entre
asesinos para alcanzar un mayor rango y prestigio; La espada
del samurái (Japón, 2003), un
retrato acerca de la situación precaria de algunos samuráis en desgracia; Espada de desesperanza
(Japón 2010), reflexión acerca del tráfico de influencias y la lucha
entre clanes; El último rōnin (Japón, 2010), donde un samurái sin señor (eso
significa rōnin en japonés) es el último sobreviviente de un ataque del clan 47
rōnin a un señor feudal; El ábaco y la espada (Japón, 2010), acerca de la decadencia de los
samuráis al final del periodo Edo y con la llegada del emperador al poder; y A la orilla del río (Japón,
2011), historia acerca del conflicto de un samurái al tener que decidir entre
el amor a su familia y la lealtad a su clan.
Cabe señalar que estos filmes no se han exhibido antes en
México, por lo que la Cineteca Nacional y la Fundación Japón ofrecen una
oportunidad irrepetible de encontrarse con lo mejor de la cinematografía nipona
de samuráis, fomentando así no sólo la cultura fílmica sino también la
histórica, además de fortalecer los vínculos con la comunidad asiática en
nuestro país.
EL
CINE DE SAMURÁIS.
En el Japón medieval, fueron figuras de autoridad,
admirados por ser herederos de una tradición de honor, valentía y sabiduría.
Pero también eran temidos, pues representaban a los poderosos y no en pocas
ocasiones ejecutaban crueles mandatos. Sin embargo, el torbellino de la
historia cambió y cuando los señores feudales fueron eliminados, dando paso a
un país más moderno, vagaron por los caminos en busca de trabajo,
convirtiéndose en mercenarios a sueldo. Su código de honor permanece hasta
nuestros días, aplicado a la temida yakuza.
De su época de gloria a la vida errante del rōnin, el
samurái es una figura mítica del imaginario popular japonés. Su existencia
camina paralelamente a la historia japonesa, por lo cual no es descabellado
pensar en el cine de samuráis como un equivalente al western norteamericano;
ambos son la épica del nacimiento de una nación. Con su iconografía clásica (el
sable, los duelos, la lucha por el honor, los villanos tan honorables como el
héroe), hacia los años cincuenta, la épica samurái refrendaba los valores de la
tierra del sol naciente justo en el momento en que Occidente, pasada la
traumática experiencia de la guerra e Hiroshima, comenzaba a entrelazarse
comercial y culturalmente con ella.
Dicho imaginario pasó al cine japonés prácticamente desde
sus inicios. Y en el género del chanbara (nombre que se le da al cine de
samuráis en Japón, imitando la onomatopeya de dos sables chocando) se
encuentran varios de los clásicos más imperecederos del jidaigeki (cine de
época). Como todo género cinematográfico, su dirección también ha avanzado con
el sentir de la sociedad que le da pie. Esto se puede ejemplificar en dos
clásicos del género dirigidos por Akira Kurosawa: mientras en Los siete samuráis (1954),
siete guerreros utilizan sus talentos combinados para liberar a una aldea de
los embates de bandoleros, en una mezcla entre el gusto por el combate y la
urgencia de ayudar al prójimo e impedir la injusticia, años más tarde, en Yojimbo (1961), el samurái protagonista ya no
responde a ninguna ley más que la propia. Un desencanto encaminó al género a su
etapa crepuscular y a sus personajes a una posición más ambigua.
Entre el homenaje, la parodia o la mera explotación, el
cine de samuráis sigue presente en la producción fílmica japonesa actual. Casi
todos los cineastas japoneses se han arriesgado a adentrarse en las
convenciones estéticas y narrativas de este género, en una muy variada gama que
va de realizadores clásicos como Kenji Mizoguchi y Masaki Kobayashi a maestros
del cine japonés moderno como Takashi Miike y Takeshi Kitano, entre otros.
El presente ciclo, posible gracias a la colaboración de
la Fundación Japón y la Cineteca Nacional, es un mosaico conformado por algunos
ejemplos notables del cine de samuráis pertenecientes a distintas épocas de la
industria japonesa, dentro del cual se incluye una notable selección de títulos
de reciente producción nunca antes vistos en nuestro país.
PARA
MAYOR INFORMACIÓN DE LA PROGRAMACIÓN Y LOS HORARIOS, CONSULTAR: www.cinetecanacional.net
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