Jay
(Segel) y Annie (Diaz) son una pareja que ha pasado de un explosivo,
estremecedor y cuasi olímpico pasado sexual a…. la confortable/predecible vida
de padres de familia. Enfocados en sus trabajos y con la omnipresente demanda
de sus vástagos. Cuando gracias a un incidente fortuito al fin pueden quedarse solos en casa, se
confrontan con la explosiva expectativa de (por fin!) volver a tener relaciones
y reavivar su matrimonio. Todo parece ir fenomenalmente hasta que deciden hacer
un video… “privado” recreando el mítico libro de “La alegría del sexo”. La sesión
resulta mucho más que candente, sólo que hay un pequeño problemita… el
contenido de sus malabares sexuales se “evapora” a la “nube” por lo que se
encadena con todos los iPad que han usado y que han desechado (hasta al cartero
le toco uno) La pareja desconoce muchas cosas sobre este nuevo y misterioso
manejo de la información y deciden recuperar su “video sexual” a la antigüita…
con todas las calamidades que eso pueda provocar en el camino de una larga
noche de correrías, mal entendidos y reclamos.
Después
de todas las “indiscretas y candentes cintas sexuales” que hemos visto en la
red o las fotos filtradas de las celebridades exponiendo su cuerpecillo serrano,
cabría pensar dos veces en que tan “shockeante” es el hecho de que (como lo
apunta Jack Black convertido en una especie de gurú sexual mediático) muchas
parejas hagan regularmente este tipo de videos y que luego no estén tan felices
con los resultados. El punto es que esta actividad no es algo desconocido o del
otro mundo, propia de personajes de moral distraída. Ya cualquiera lo puede
hacer, hoy por hoy exponerse con mayor o menor pudor en las redes sociales es
un deporte.
En un
mundo en el que si se googlea la palabra “sexo” o “fotos sexuales” aparecerán
millones de resultados y subdivisiones desde “famosos” hasta “debutantes” o
desconocidos. El cuerpo humano y el sexo siguen vendiendo y provocando interés
y más que nunca antes siempre hay “un roto para un descocido”.
Aunque ante
tal cantidad de oferta, la demanda se reparte, se consume y en la generalidad
de los casos; se olvida (si se trata de seres “comunes y corrientes” no pasa
igual con los famosos).
Sin
embargo, el conflicto más significativo del guión de “Nuestro video prohibido” no
es la vida sexual, ni lo “picante” que puedan ser las relaciones en una pareja,
sino este esfuerzo máximo por “guardar las apariencias” y recuperar el
contenido de la sesión sexual. Lo que le provee de ese tinte de comedia es como
los protagonistas van atravesando toda una serie de infortunios, que en un gran
porcentaje son innecesarios. Si lo que se desea es borrar la evidencia, no se
tienen que ir a comprar y destruir, todos los periódicos del pueblo como se hacía
en el siglo XX. Basta apretar un botón y borrar.
Ahora
bien, es cierto que para la mayoría del público que anda en la edad de Segel y Diaz,
la “nube” es un ente misterioso e inexplicable, cuyo manejo escapa a la
información de una persona promedio, y el guión se encarga de recordarlo y
establecerlo, (sobre todo a través de un intento de chantaje que les tienden) el
punto es que eso debe resultar muy gracioso, pero la gracia la encuentran los de una generación menos, no el público
objeto.
Las
situaciones cómicas de la trama incluyen uso de drogas, persecuciones y ferocidad
animal y desde luego (en un estilo película de adolescentes ochentera) desnudos
y sexo. Elementos que ya se han visto más que abundantemente en muchas otras
cintas (peor aún, en el tráiler de la misma película!) así que el elemento
sorpresivo se diluye; no es que no provoque risa, sino que el gag cómico no es tan
sorpresivo.
La
cinta también se queda en un tono medio en el manejo de los personajes (aparte
de mostrarnos que tenían sesiones maratónicas de sexo en su juventud)
La cuestión
es que no se adopta una postura sobre su vida actual, su familia/sus
relaciones/sus carreras, no se llegan a cuajar; ni en pro ni en contra.
No nos
enteramos de las cosas que les importan, además claro está, de la de guardar su
fachada de “personas comunes que no hacen videos sexuales” en un clisé de: aún somos jóvenes, modernos, liberales,
con un pasado sexual intenso que nos morimos por recuperar, pero ahora aparentemente
somos moderados porque eso es lo que se espera de nosotros, es lo políticamente
correcto.
Es
cierto, que aún en estos días hay una clara distinción entre lo público y lo
privado, pero cada vez lo privado se
vuelve más público y tenemos ejemplos: desde las Kardashian y Paris Hilton,
hasta actores y actrices cuyos videos sexuales han sido vistos por millones de
usuarios y que, mal que bien, por el escándalo los catapultaron a la fama y a
la fortuna…
O en el
otro extremo, millones, en serio,
millones de videos son “colgados” a diario en la red, videos de personas “no
famosas” mostrándolas teniendo sexo o simplemente “au naturel”.
Esto es
un hecho que está causando repercusiones en muchos niveles, sobre todo entre adolescentes
y jóvenes. Lo inquietante de la película es esta manera simple y superficial de
resolver este “paso en falso”, de una
forma tan alejada de la realidad en el aspecto tecnológico y
social.
Desnudarse
o tener alguna actividad que incluya estar sin ropa o tener sexo ante una
cámara no es un hecho simple e intrascendente, sino que requiere mucha cabeza
fría para aceptar las posibles consecuencias de una “filtración”.
Quien
se desnuda o realiza alguna actividad de que quepa en una categoría de “moralmente
cuestionable” ante la cámara y lo publica en la red, tendría que tener eso en
cuenta. De la misma manera en la que las relaciones
matrimoniales maltrechas o aburridas no se resuelven ni con una sesión de sexo extremo
(grabada o no) ni con la ayuda de un pornógrafo/psicoanalista condescendiente.
Reparto: Cameron Diaz, Jason Segel, Rob Corddry, Ellie Kemper, Rob Lowe.
País:
Estados Unidos
Año: 2014
Género:
Comedia
Duración:
1 hr. 34 min.
Clasificación:
Mayores de 18. Desnudos, situaciones sexuales, consumo de drogas
Fecha
de estreno en México: 7 de Agosto
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