Por: Dulce María Casasola Mendoza.
No cabe duda que en la industria
cinematográfica, la mercadotecnia es
indispensable para que el público se haga falsas expectativas sobre una
película, sobre todo cuando ha tenido una gran publicidad en una de las
televisoras más importantes del país, sobre todo porque los protagonistas
pertenecen a ésta empresa de televisión.
Arturo (Adrián Uribe) y Oscar (Omar
Chaparro), son dos actores desempleados, que sobreviven haciendo una rutina
callejera en donde uno representa al ladrón y otro al policía. Este “performance”
es el causante de que sean contratados por un mafioso para jugarle una pesada y
peligrosa broma a un alto ejecutivo, la cual consiste en raptar a la hija del
empresario con la finalidad de que el mafioso cobre venganza.
Un plan
aparentemente simple, pero todo se complica cuando Oscar y Arturo son
perseguidos por el comandante Narváez, quien está al servicio de un viejo
rufián, y quien tratará de inculparlos de secuestro; los actores deciden tomar
el asunto en sus manos y darle un giro al plan original.
La premisa es simple, una comedia de
enredos que teniendo un reparto de buenos comediantes y grandes actores, parecería
que daba para una buena película, que busca caricaturizar a algunos personajes,
en lo que parecería ser una comedia de humor negro acerca de problemas tan
graves en el país como es la inseguridad.
La película, ópera prima de Francisco
Padilla, busca mostrar en tono de comedia “un reflejo del verdadero México y al
verdadero mexicano”…Sin embargo, la cinta tiene algunos problemas como que de
comedia tiene muy poco, chistes gastados que le apuestan a la risa fácil y
simplona con recursos tan comunes como las “groserías” tan propias del mexicano
y al final no es una sátira ni tampoco una parodia, solo la ridiculización de algunas
situaciones y personajes.
Además sus protagonistas se ven
forzados en los roles que interpretan, quizá por el temor de que su actuación
reflejara en algún momento a los personajes que ambos interpretan en la
televisión y que el público los encasille, o quizá porque no tuvieron la
oportunidad de improvisar para darle más realismo y comicidad a sus personajes,
porque tanto Adrián Uribe como Omar Chaparro, tienen la capacidad de improvisar
y lo hacen bastante bien. Por su parte Héctor Suárez y José Carlos Ruíz demuestran
su calidad actoral para rescatar a sus personajes y darles credibilidad, al
igual que otro extraordinario actor como Mario Iván Martínez; por supuesto no
pude faltar la parte de la atracción femenina a cargo de la actriz Karla Souza,
en un rol sumamente simple.
El planteamiento de este tipo de
historias ya se ha representado en otras ocasiones en la cinematografía
nacional, en donde se pretende ridiculizar a un sistema político y de
impartición de justicia corrompido; la comedia y el humor negro han sido los
géneros que algunos cineastas han preferido para mostrar la realidad del México
de hoy, con mucho mejores resultados de lo que presenta Francisco Padilla, como
“Miss Bala (2011)”, “Todo el Poder (2000), ”La ley de Heródes (1999) y “El
infierno (2010).
Tristemente el título de la película hace
referencia a la obra cumbre de uno de los más grandes poetas que ha dado México,
quién plasmó en sus versos un infinito y
profundo amor por su patria, muy lejos de lo que refleja el director a lo largo
de la historia.
“Suave patria” quedará como una de las
películas fallidas en el género de comedia, aunque en la industria de la
piratería haya roto récords de venta.
Dirección:
Francisco Javier Padilla (ópera prima)
Reparto:
Adrián Uribe, Omar Chaparro, Héctor Suárez, José Carlos Ruíz, Mario Iván
MartínezPaís: México
Año: 2012
Duración: 92 minutos
Fecha de estreno en México: 7 de septiembre de 2012.
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