Se estrena este viernes 18 de abril, en la Sala 8,
Hermanos Rodríguez, a las 16:00 y 18:00 horas El documental de Rafael Rangel
aborda la locura y la vida de aquellos que habitan las calles, bajo los puentes
y los resquicios de la Ciudad de México
La
línea que divide la cordura de la locura es más delgada de lo que creemos y
ésta se puede romper sin darnos cuenta. Basta convivir con aquellos a quienes
consideramos locos para darnos cuenta cuan parecidos son a nosotros “los
normales”, y es justamente la idea que quiero plasmar en Preludios, las otras partituras de
Dios (2012), asegura el realizador Rafael Rangel, al referirse a su
más reciente trabajo, el cual se estrena el próximo viernes 18 de abril en la
Cineteca Nacional.
Inspirado
por un ambiente que conoció muy de cerca y que él mismo vivió en carne propia,
Rangel aborda la esquizofrenia y la locura que padecen los personajes que han
hecho de las calles, los bajo puentes y los resquicios urbanos más desolados,
sus casas. Los indigentes, aquellos en los que muchos ya no nos fijamos, pero
que forman parte de la urbanidad de las ciudades más grandes del mundo.
A
lo largo de un año el realizador de El
principio de la espiral (2010) regresó a ese mundo al que
perteneció algún tiempo cuando a los 19 años de edad llegó a la Ciudad de
México, procedente de Michoacán, su lugar de origen. Y se adentró de nuevo al
mundo de los que viven y habitan en la calle, en donde conoció la crudeza de
las historias que hoy plasma en este su segundo largometraje.
Con
la complicidad de León Nik, quien usó una cámara no profesional, sin permisos
previos, sin apoyos y casi clandestinamente, para estar en igualdad de
circunstancias; el realizador pasó las noches buscando retratar personajes
llenos de enigmas y sabiduría que le permitieran adentrarse a sus vidas, y
otros tantos que no le dieron ese permiso, pero que igual le proporcionaron
lecciones de vida.
Rangel
es reconocido por su propuesta visual diferente y este trabajo no es la
excepción. Decidió que no se podía colorear, matizar y embellecer una realidad
que de por sí es cruda, triste, sombría, así que optó por una imagen tan gris,
sucia y sombría como la realidad de sus personajes.
“Fueron
noches difíciles, pues concretar una cita con una persona que no tiene horarios
ni planes precisos, nos llevaba a terminar trabajando con un plan B, pues
muchas veces los personajes no llegaron a la cita o los ataques de esquizofrenia
eran tan fuertes que era imposible filmarlos”, explica Rangel.
El
proyecto que inició con la intención de retratar a músicos indigentes se fue
transformando hasta llegar a simplemente la indigencia, pues fue el factor
común en los personajes en un inicio, pero después se descubrieron filósofos,
psicólogos y poetas, y otros. Todos ellos dejaron por distintas causas
–diferentes, aunque principalmente la esquizofrenia– de vivir en el mundo de la
formalidad. Se olvidaron de los horarios, los calendarios y las reglas.
Después
de esta experiencia nada puede volver a ser como antes, pues las largas
conversaciones con muchos de ellos han transformado la percepción de todos los
que nos involucramos en este proyecto: Rodrigo Lira en el sonido directo;
Ernesto Flores, edición y diseño sonoro, y Susana Ramírez en la fotografía
fija.
Algunas
veces el trabajo de filmación fue como estar dentro de un relato de Borges, por
ejemplo las largas charlas con Elías –como prefiere ser llamado– quien como
todo buen anfitrión, nos dio un recorrido vertiginoso y cegador, asegura
Rangel, al referirse al personaje más recurrente en el metraje y lo cita:
“Mi
vida es privilegiada, Camus se inspiró en mí para escribir El extranjero. Gandhi me
enseñó ‘la pausa magnética: la divina proporción”, y precisa el cineasta que
éste gran conversador, “genial y seductor, habitante de su propio universo
luminoso, generosamente nos invitados a su mundo y al regresar de él ninguno de
nosotros volvió a ser igual”.
Pero
también explica que hubo días de rodaje devastadores, sin llegar a ningún lado
pues los protagonistas no llegaban a la cita o se encontraban atrapados en su
propio purgatorio insoportable, como si hubiésemos filmado al interior de una
pintura de Bosch. Lo que nos enseñó que para asomarse a la locura hay que tener
el boleto de regreso.
El
realizador asegura que no se trata de un trabajo que busqué los por qué ni los
cómo. No da un punto de vista y mucho menos trata de que el espectador dirija
su opinión con algún sentido preciso. Simplemente trata de ubicarnos en el
mundo de los “locos” vistos no desde la angustia y condescendencia, sino desde
el gozo de su locura, que bien podría ser la nuestra.
Preludios,
las otras partituras de Dios se
estrena este próximo viernes 18 de abril, en la Sala 8, Hermanos Rodríguez, de
la Cineteca Nacional a las 16:00 y 18:00 horas.
***Las funciones del sábado 19,
domingo 20, martes 22, miércoles 23 y jueves 24 contarán con la presencia del
director Rafael Rangel.
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