Por Julia Elena Melche.
El abuso sexual por parte de sacerdotes en la iglesia
católica de México, tema por demás delicado y polémico, es abordado en la ópera
prima del productor mexicano de alrededor de 15 filmes y ex seminarista Luis
Urquiza, la cual se basa en uno de los seis relatos del libro Perversidad del escritor Ernesto
Alcocer, donde narra el caso del obispo de la Diócesis de Guadalajara, Ángel de
la Cruz, acusado de pederastia.
A su vez, el cineasta se inspiró en la historia
del fundador de la asociación seglar Regnum Christi y de la congregación
católica Legión de Cristo, el sacerdote Marcial Maciel Degollado (1920-2008),
acusado formalmente a finales de los noventa de cometer abusos sexuales a
seminaristas menores de edad y a estudiantes de los establecimientos de los
legionarios, y protegido por el cardenal Norberto Rivera e incluso por Juan
Pablo II y Benedicto XVI, quienes conocían sus delitos.
En el filme, Ángel de
la Cruz es un sacerdote que funda una orden religiosa, tiene relaciones con
mujeres, es un adicto de la riqueza y el poder y adopta al jovencito Sacramento
Santos de quien se enamora y con el que inicia una relación basada en la
manipulación y en complicidades. Su acertado título, hace referencia a los
estrictos códigos que impone la congregación religiosa; el silencio y la obediencia
absoluta, sin cuestionar a sus superiores, como buenos siervos de Dios.
Ángel
de la Cruz aprovecha su autoridad religiosa a través de revelaciones que decía
recibir de Dios, de la confianza de los padres al entregar sus hijos al
seminario y del amor, admiración y confianza
que le demuestra su protegido. “Las cosas que aquí son normales, incluso
virtuosas, afuera las ven como una locura, pero no hagan caso de lo que allá se
dice”, es una frase del padre a sus pupilos, un hombre carismático y cariñoso
que pierde los límites de su poder religioso e interpretado con enorme acierto
por Juan Manuel Bernal.
No obstante lo espinoso del tema, la cinta se aleja de
asomos amarillistas y lo trata con respeto y pudor, explorando en el ser humano
que hay detrás del monstruo con piel de cordero, quien por su jerarquía sabe
que no serán creíbles sus actos perversos.
Sin duda, es un filme que cuestiona las
complicidades y silencios desde el Vaticano en torno de los miles de casos de
pedofilia entre sus miembros, que pone en tela de juicio los contradictorios mensajes
de la Iglesia católica, sin duda, en una profunda crisis de credibilidad y que
también será objeto de reflexión y discusión, sobre todo ahora con la reciente
canonización de Juan Paulo II, el gran protector de Maciel, quien lo nombró
Santo Patrón de la Jornada Mundial de la Juventud, y lo consideró un ejemplo para los jóvenes del
mundo.
Emparentada con La mala educación de Pedro
Almodóvar, La duda de John Patrick Shanley y con los reveladores
documentales Agnus Dei, Cordero de Dios de la realizadora mexicana Alejandra
Sánchez y Mea Máxima culpa: silencio en la casa de Dios de Alex Gibney,
se trata de una película honesta y necesaria para el espectador mexicano,
independientemente de sus creencias religiosas.
Dirección: Luis Urquiza.
Reparto: Juan
Ignacio Aranda, Juan Manuel Bernal, Alejandro de Hoyos Parera, Juan Carlos
Colombo, Alfonso Herrera y Claudette Maillé.
País: México.
Año: 2014.
Género: Drama.
Clasificación:
Mayores de 15 años.
Duración: 99 minutos.
Fecha de estreno en México: 2 de mayo de 2014.
OBEDIENCIA PERFECTA SE EXHIBE EN CINÉPOLIS.
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