Por Julia Elena Melche.
Con sólo 7 largometrajes en sus 16 años de carrera, el
realizador turco Nuri Belge Ceylan ha conseguido una presencia destacada en los
festivales de Cannes y de Berlín. La razón reposa en su depurado e intenso cine
intimista, de una fuerza visual notable y en el que se percibe la gran
influencia de cineastas como Tarkovsky, Angelopoulos, Ozu y particularmente del
iraní Kiarostami.
En su reciente filme, Sueño de invierno, se aleja del drama
oscuro y sin tregua de Tres monos: no veo, no oigo, no hablo
(08), para acercarse más a la radiografía del quehacer cotidiano de los
pobladores rurales de su obra maestra Nubes de mayo (99) y de Había
una vez en Anatolia (11), con un dominio técnico para retratar los
paisajes de la Anatolia rural y una gran capacidad para capturar el interior de
los personajes principales y reflejarlo.
Luego de 15 años, el cineasta logra consolidar su filme, en
el que, a diferencia de muchos de sus trabajos anteriores, ahora abundan los
diálogos, que orquesta mayormente el protagonista Aydin (Haluk Bilginer), un
actor de teatro jubilado que dirige un hotelito llamado Othello en la Capadocia
turca, región histórica de Anatolia central, junto con la ayuda de su joven
esposa Nihal (Melisa Sözen), de quien se encuentra alejado sentimentalmente, y
de su hermana Necla (Demet Akbag), una mujer triste y amargada porque acaba de
divorciarse, quien se encarga de recordarle a cada momento el fracaso de su
carrera artística.
Aydin, intelectual presuntuoso, arrogante, cínico, egoísta y
ambicioso, es dueño de tierras y arrendador de varias casas, que lleva una vida
ociosa por propia elección y se dedica a
la literatura en un despacho donde se empeña en escribir un análisis de la
historia del teatro y redacta presuntuosas columnas de opinión para un diario.
Largas conversaciones de la pareja, de Aydin con su hermana,
o con amigos, sobre lo divino y lo humano, sobre la justicia, sobre la
naturaleza del mal, sobre las diferencias de clases, sobre la indiferencia de
los ricos, sobre la dialéctica entre el pensamiento y la acción, sobre la
asfixiante rigidez del patriarcado, con referencias shakespearianas, subrayan la actitud arrogante del hombre,
distanciado e indiferente a las realidades de la región.
Sin embargo, un incidente inesperado originará una catarsis
emocional en Aydin. Luego de que una piedra es lanzada por un niño (hijo de un
inquilino moroso), a la ventanilla de su auto en marcha, surgen los rencores de
una familia pobre hacia el insensible propietario, que lo llevarán a una
confrontación moral sobre su cultura, su educación burguesa, pero sobre todo,
en torno a las relaciones con su familia y con las clases sociales más bajas.
El hecho sirve de pretexto para que el realizador construya
una reflexión profunda sobre el arrepentimiento, el orgullo, la ira, la humillación
y la espiritualidad, reflejadas en las debilidades de Aydin “un hombre justo,
honrado e íntegro, pero que a veces asfixia a los demás, los menosprecia,
humilla y aplasta; un hombre que por miedo a sufrir, prefiere engañarse a sí
mismo.” No obstante, un hombre en crisis que terminará reconociendo lo mucho que
necesita a su esposa y lo débil que es en el fondo, “regresé porque he
envejecido o he enloquecido.”
En la geografía y el tiempo del relato está el cine de
Kiarostami (A través de los olivos). Considerado un maestro del paisaje en
el cine turco, el director entrega largos planos abiertos y se detiene en el
entorno natural: imágenes de valles y montañas en calma y cubiertos de nieve, las
bellísimas estructuras de Capadocia como paisajes y las fumarolas melancólicas de
las chimeneas de las casas-cavernas, son secuencias magistrales y de un sutil
realismo lírico, ejecutadas por la rica mirada del cineasta.
Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2014, Sueño de
invierno, pesimista y desolador relato, bajo la minuciosa
mirada de Bilge Ceylan, a lo Ingmar Bergman, que desnuda el alma de sus
personajes para escarbar con agudeza en los rincones más oscuros de la
naturaleza humana. Un meticuloso análisis de las diferencias de clases, y de
los lazos y las relaciones de poder en la familia y en el matrimonio.
Dirección: Nuri Bilge Ceylan.
Guión: Ebru Ceylan y Nuri Bilge Ceylan.
Fotografía en Color: Gökhan Tiryaki.
Reparto: Haluk Bilginer (Aydın), Melisa Sözen (Nihal), Demet
Akbağ (Necla), Ayberk Pekcan (Hidayet), Serhat Kılıç (Hamdi), Nejat İşler
(İsmail), Tamer Levent (Suavi), Nadir Sarıbacak (Levent), Mehmet Ali Nuroğlu
(Timur) y Emirhan Doruktutan (İlyas)
País: Turquía-Francia-Alemania.
Año: 2014.
Duración: 196 minutos.
Género: Drama.
EL DIRECTOR.
Nuri Bilge Ceylan nació en Estambul, Turquía en 1959. Considerado el
cineasta turco más importante de la actualidad, estudió fotografía y se inició
en el cine en 1995 con el cortometraje Capullo, fotografiado en blanco y
negro por él mismo y que le abrió las puertas del Festival de Cannes. El
reconocimiento mundial llegó con su segunda cinta, Nubes de mayo, nominada a
la Palma de Oro en el Festival de Berlín 99. En sus filmes, de bajo
presupuesto, trabaja con actores no profesionales y algunos amigos y
familiares.
Luego vino Tres monos: no veo, no oigo, no hablo,
un oscuro drama familiar, por el que Ceylan ganó el premio al mejor director en
el Festival de Cannes de 2008. En Había una vez en Anatolia se inspiró
en hechos reales. Uno de sus co-guionistas, que es médico y tuvo que trabajar
dos años en el pueblo donde se desarrolla la trama para obtener su licencia, tuvo
la experiencia de pasar una noche buscando un cadáver, pero no se acordaba las
razones del crimen ni el lugar exacto donde lo enterraron, solamente ubicaba
las atmósferas. A partir de esta anécdota se escribió el guión con algunas
citas de los cuentos del ruso Antón Chejov, autor que ahora también es fuente
de inspiración, junto con Leon Tolstoi y Fedor Dostoiveski .
SUEÑO DE INVIERNO (KIS
UYKUSU) SE EXHIBE EN CINETECA NACIONAL DEL SÁBADO 15 AL JUEVES 20 DE NOVIEMBRE
DE 2014. EN CINÉPOLIS, DEL SÁBADO 22 AL MIÉRCOLES 26 DE NOVIEMBRE.
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