Estamos en este futuro inmediato entre la globalización y el sincretismo y el apartheid y la segregación que parece ser... ya!
Como la sociedad y la tecnología han evolucionado (al
par de la delincuencia) se hace menester proveer a la ciudadanía de Johannesburgo de una nueva policía robotizada. Estos robots son llamados Scouts. Todo va
muy bien hasta que a Deon
Wilson (Patel) un joven científico, se
le ocurre dar el siguiente paso y crear un chip con “demasiadas”
características humanas para implantarlo a un Scout.
El resultado es Chappie;
este robot, que es prácticamente como un niño, deberá enfrentarse a un rudo
aprendizaje de lo que el mundo “a la manera humana” es y sobre todo, a los
celos xenófobos de Vincent Moore
(Jackman) un ex militar que ahora
también diseña robots policía. Hasta que
finalmente Chappie deba poder poner a prueba todos sus “valores”,
cuando comprenda que no todo es del color
del que se mira.
Una vez
más Blomkamp nos vuelve a hacer circular en el mundo de la tecnología, los no
humanos y la convivencia entre diversas especies “inteligentes”. El cineasta ha
mostrado su marcada influencia por desnudar estos temas en sus películas anteriores: Distrito
9, Elysium y ahora le toca a Chappie.
Evidentemente
es una cinta que se puede leer en diversos niveles y tiene una seria preocupación
y buena intención de ser comprendida lo más ampliamente posible.
Chappie
no es nada mas un “lindo robotito”, sino la materialización de otras muchas
inquietudes; para mostrar como un ser puro (como lo sería un niño) puede ser conducido por
diversos caminos para hacer de él un héroe o un criminal, dependiendo de su
entorno o de las múltiples situaciones por las que atraviese y cómo logre resolverlas;
es decir, qué aprendizaje reciba de ello.
Cuando Deon
inserta en un scout de desecho el programa que contiene la inteligencia
artificial y crea a Chappie, surgen los primeros planteamientos que llaman la
atención.
¿Es un
ser inteligente autónomo que deberá aprender y desarrollar sentimientos y
valores para crear su propia conciencia más que ser solamente un inerte
heredero de las conceptualizaciones de su “creador”? o no?
Para desgracia
de Deon, Ninja (Ninja) Yolandi (Yo-Landi Visser)
y Amerika (Cantillo) secuestran a Chappie y prácticamente lo obligan, mediante
engaños, a convertirse en un aprendiz de criminal que los apoya en sus
fechorías.
Entonces
Chappie comienza una breve pero sustanciosa carrera en el lado oscuro. (cubierto
de simbología rapera y mucho blin bling)
En la
compañía que fabrica todos estos scouts para uso de la policía donde trabaja
Dean, donde sufre el bullying de parte de Moore y donde su jefa es Michelle
Bradley (nada más y nada menos que Weaver)
las cosas no pueden ir peor; Moore se ha dado cuenta de que Dean sustrajo el
chip inteligente y lo insertó en un
robot. Lo que hace que Moore comience una guerra/cacería contra Dean y Chappie.
En este
punto de la historia hay demasiados cabos abiertos y demasiadas preocupaciones
para mostrar de parte del director: La discriminación, los puntos éticos sobre
la tecnología, la toma de conciencia, y demás issues sociales, demasiados como para poder sostener la película y al parecer, para
resolver, se comienza un tour de force
para plantar, como sea, sentencias y/o hacer denuncias o simplemente, tratar de
conservar el hilo narrativo a nivel de los arcos del guión. Pero los hilos de tantos
conflictos centrados en un cuento de ciencia ficción se enredan y no se
resuelven en buen puerto.
Vamos a ver, el punto es que todo este argumento de la
vida del hombre y su conceptualización/interacción de lo que es o no
inteligente, humano o éticamente discutible, lo hemos visto ya antes en
múltiples tramas de ciencia ficción; desde los albores del cine; nada más y
nada menos que en “Metrópolis” o el Golem hasta, pasando por infinitud de
producciones, llegar a cintas como Yo Robot, La Isla, Blade Runner, y tantísimas
más.
En
Chappie los tratamientos ético/sociales comienzan alrededor de los post punks, medio yonquies que son los
secuestradores de Chappie; quienes por las circunstancias van a transformarse
en algo así como una referencia familiar para el androide y Deon de “creador”
pasa a alguien que no hace absolutamente nada por rescatar a su “creatura” de
ese hoyo funkie en el que lo ha
abandonado y al cual, de una manera inexplicable, regresa una y otra vez sin
problema para ver como su creación es “pervertida”.
Por el
otro lado, la preocupación racista, xenofóbica, socialmente responsable o como
se le quiera denominar (que es un punto válido de la trama) no alcanza a
cuajar; dejar solo la introducción no significa hacer una declaración; así que
queda fija con alfileres en el sustrato de la película.
Jackman
hace su papel de científico forzudo y de mal carácter como si fuera un
remanente de un lobezno muy torcido, que
hubiera sufrido un lavado de cerebro sobre lo que significaría ser un mutante
(aunque no deja de ser irónico verle en esta posición)
En
medio de todo este ajetreo, los collares de bling
bling y los extraños “padres” de Chappie, se asoman las preguntas sobre los
elementos de lo que significa ser humano (una pregunta de la que hay tela
marinera de la cual cortar) pero desgraciadamente no se consolida la idea y se
dejan las lecturas tan abiertas que no cualquiera podrá detenerse a leerlas
todas, la película no hace fácil eso, porque le falta cerrar con firmeza para
poder pasar de, únicamente ver lo más evidente, a desenmarañar reflexiones
éticas sobre la conciencia y el cómo aceptará la humanidad, que no ha logrado
aceptarse a sí misma, a otras formas diversas de inteligencia.
Dirección: Neill
Blomkamp.
Reparto: Sharlto Copley, Hugh Jackman, Dev
Patel, Sigourney Weaver.
País: USA.
Año: 2015.
Género: Ciencia-ficción.
Duración: 120 Min
Clasificación: Mayores de 13 violencia, secuencias de acción
extrema.
Fecha
de estreno en México: 12 de Marzo
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