miércoles, 18 de marzo de 2015

LA CENICIENTA (CINDERELLA)


Por Fabián Quezada León

Basada parcialmente en la historia original de Cenicienta escrita por Perrault  en 1697 y en la adaptación animada hecha por Disney en 1950, llega esta renacida versión de la clásica historia de la muchachita huérfana que de ser tratada como sirvienta por su madrastra, logra casarse con el príncipe y vivir felices por siempre.

Dirigida por Branagh nos trae nuevos elementos y nuevas perspectivas de la historia de amor y de los personajes centrales.
Para nadie es desconocida la línea argumental de la Cenicienta, madrastra mala, jovencita explotada, hermanastras envidiosas y un joven príncipe que se enamora de una misteriosa invitada a un baile en palacio.
Lo que esta nueva versión nos trae de sorpresa es que va un poco más allá en su búsqueda por proveer a los personajes de un entorno y una historia de vida.
Al hacerlo se construye toda una nueva perspectiva de la historia, que por más conocida que sea, sigue representando una de las tramas románticas más favorecidas y re-contadas de todos los tiempos.
Para comenzar, se reconstruyen las vidas; no solo de los personajes sino de los contextos que los rodean; al ser acción en vivo se requiere de darles una plataforma mucho más compleja que lo que podría pedirse a la animación en una primera instancia; y aunque llegamos  a ellos en un momento diferente en cada una de sus propias historias, se establecen puntos referenciales que hacen que los personajes se construyan de una manera nueva.
Ella (James) no solo es la jovencita explotada/despreciada por su madrastra (Blanchett) y enamorada de un príncipe heredero y casadero, (Madden) sino que además demuestra una serie de cualidades que la separan de la pobre chica en peligro tradicional (por ejemplo sabe montar a pelo) es decidida, valiente y generosa, enfoca los problemas de una manera positiva y realista y además de todo tiene un hada madrina  muy singular.
Las hermanastras de Ella, Anastasia (Grainger) y Drisella (McShera)  no son las prototípicas feas y malévolas (inclusive son monas  y tienen su puntito cómico), sino que son dos muchachas eclipsadas por la ambición de su madre Lady Tremaine; quién también tiene su propia historia de decepciones y ambiciones frustradas. (Lo cual no le quita lo deliciosamente malvada que puede ser)  es una mujer que no sólo ha comenzado a  perder su juventud, ha quedado viuda y en una posición económica inestable, no una vez, sino dos.
El bondadoso padre de Cenicienta (Chaplin) muere en un viaje de negocios y prácticamente deja a las cuatro mujeres a su suerte, en una época en la que el descrédito social y el no colocar a las hijas en un buen matrimonio era el peor infierno viviente.
Entonces la maldad de Lady Tremaine tiene un fondo, es una mujer en entredicho social, además de ambiciosa y cruel.
Desde esta perspectiva, la actitud de Ella al resistir todas las patrañas de su malévola madrastra, se transforma también en un estandarte, porque lo hace por seguir el ejemplo y los deseos de su madre dados en su lecho de muerte, debe comportarse con valor y ser generosa sin importar lo nefasto del panorama. Lo cual la dejaría en una posición de ser fuerte pero flexible sin perder su corazón.
No va a llorar por los rincones, enfrentará la desgracia con actitud.
Branagh dirige con precisión la historia con esa mano que ha mecido tramas shakespeareanas  tiene lujo, y un exquisito diseño de producción en el que el trabajo de Dante Ferretti es notable, y que ahora enmarcado por todo lo que la experiencia en crear efectos especiales que ha adquirido Disney, le pueda brindar da como resultado una fantasía completa.
El resultado en la pantalla es una sutil mezcla de suntuosidad, con romance y fantasía vivida por una pareja que, aunque representa una historia clásica, ha trabajado mucho para meter a sus personajes en una vibra completamente actual. No solamente se habla de una historia de amor, sino de otras subtramas como el honor, la familia, la valentía y la toma de decisiones con los consecuentes resultados (que a veces implican renuncias y sacrificios y donde, “ni el amor, es gratis”)
En sus recientes películas, Disney ha estado deconstruyendo patrones de rol que había manejado durante más de 50 años: príncipes, princesas, héroes y heroínas han comenzado a mostrar un twist;  a veces más, a veces menos afortunado, pero tratando de reformatearse como modelos que se presentan a los jóvenes espectadores del mundo. (además de incluir personajes multirraciales cada vez con mayor frecuencia)  De esa manera el discurso se va modificando y adecuando a las nueva inquietudes de su público.
En esta adaptación escrita por Weitz es destacable el hecho de que se crearon contextos nuevos, tanto para generar la historia de amor, como para el personaje del príncipe, separándolo de la enorme mayoría de los príncipes retratados por Disney en sus producciones animadas clásicas, donde únicamente Felipe de “La Bella Durmiente del Bosque” tenía una historia y desempeñaba acciones propias de su papel.
En la versión animada de Cenicienta, como nos comentó en entrevista Richard Madden, el príncipe casi no aparece, y acá el príncipe ya tiene un nombre, una relación con su padre y con algunos miembros de la corte y sobre todo es un muchacho que debe enfrentarse con situaciones y con los deseos de su corazón que desea ser alguien digno del amor de la chica que le gusta.

Lily James, a quién hemos conocido como Lady Rose en  Downton Abbey, da a esta nueva Cenicienta una dosis justa de modernidad y un estilo de elegancia y delicadez natural que la colocan con una increíble cercanía a las chicas que la contemplarán en el mundo. No es, como ya dijimos, solamente una heroína bondadosa que podría sufrir sin parar,  sino que demuestra ser una chica valiente y que sigue valores  que le dan la fuerza para afrontar las situaciones que se le van presentando.
No importa si en la vida se llega a sentir que se ha perdido todo o que la crueldad de las circunstancias  es superior; nunca nada podrá derrotar al coraje de saber que se tienen las agallas para, con el bien, enfrentarlo todo.
Cuando gracias a los giros de la trama actual, Cenicienta encuentra a Kit antes del baile palaciego, la conoce tal cual ella es (una chica cabalgando a toda velocidad en medio del bosque que salva a un ciervo majestuoso) y siendo Kit y Ella en ese encuentro tal cual son (sin los adornos de palacio) ambos se enamoran. Esto le da una base de igualdad y espontaneidad a su historia de amor. No precisan ser ni príncipe ni princesa para gustarse.
Sobre todo cuando Ella le dice a Kit que las cosas, no porque se usen, significa que sea lo correcto. (Qué mejor frase para justificar el que un príncipe pueda enamorarse de una plebeya?)
El aporte de la magia de Disney con las animaciones por computadora llenan la carga fantástica: ratones que se hacen caballos, calabazas carrozas y lagartijas cocheros y sobre todo, un magnífico vestido que vuela y resplandece como si fuera una nube.
Para qué precisar el encanto de las famosísimas zapatillas de cristal a cuya creación se convocó a los más famosos diseñadores y de la cual también Swarovski se encargó de producir  su propia versión.

Al final del día, Cenicienta es un bocado delicioso, lleno de fantasía que no únicamente apelará a las chicas y a las mamás, sino que va a ser un caluroso y amable recuerdo también para los niños y los papás,  llevando la historia a nuevos y divertidos caminos donde “no importa quién borre el camino, marcado está un destino, y el sueño se realizará”

Director: Kenneth Branagh
Reparto: Cate Blanchett, Lily James, Richard Madden, Helena Bonham Carter, Nonso Anozie, Stellan Skarsgard, Sophie McShera, Holliday Grainger, Derek Jacobi, Ben Chaplin,
País: Estados Unidos
Año: 2015
Género: Fantasía, Familiar
Duración: 1 hr. 45 min
Clasificación: Toda la familia
Fecha de estreno en México: 13 de Marzo

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