Por Jaime @_azrad
Wim Wenders, el legendario director
alemán, se adentró en el mundo del documental con resultados sorprendentes en
los último años; en definitiva éste es el ensayo máximo. Junto con su amiga, la
coreógrafa Pina Bausch, Wenders quiso hacer un homenaje a la danza a través del
cine, pero mientras lo hacía Pina murió y el homenaje fue redireccionado hacia
ella.
A través de entrevistas muy personales
y concretas, los alumnos de Pina forman una narrativa que se adentra en la
danza como si la cámara fuera un bailarín más y, con un muy sutil movimiento,
se deja llevar por las extraordinarias coreografías de la bailarina. Pina
fusionó la disciplina del ballet con las nuevas propuestas de la danza moderna,
y su trabajo es digno del arte que vemos en pantalla.
Wenders plasma el movimiento y la
profundidad del espacio con una tercera dimensión muy bien utilizada. Este
recurso está de moda en el cine comercial, pero el director de Las alas del
deseo (1986) lo utiliza para abrir los límites que el cine en dos
dimensiones había establecido, y hace del espectador un partícipe activo de los
montajes en escena, en ciudades y en ambientes naturales.
Con un completo entendimiento –y
respeto– en cuanto a la disciplina de la danza, este documental lleva, con
calma y un ritmo paciente, los sentimientos a flote para desmenuzarlos y
plasmarlos en movimientos corporales muy atinados. Para Pina, la vida se
expresa a través de la danza, y en esta ocasión, la danza se expresa a través
del cine.
PAÍS: Francia, Alemania
AÑO: 2011
GÉNERO: Documental
DURACIÓN: 99 min.
CLASIFICACIÓN: A
ESTRENO EN
MÉXICO: 27 de abril, 2012
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