El Festival Internacional de Cine en Guadalajara le rinde un homenaje por su
destacada trayectoria. En noviembre
próximo, Ernesto Gómez Cruz celebrará 80 años de vida, y más de 47 de recorrer
los caminos de la actuación, sin embargo nunca ha perdido la pasión, la
disciplina y el respeto por el oficio, y la suya es una historia fascinante de
trabajo y personajes entrañables.
Hablar con él
resulta aleccionador, es amable al diálogo y en sus palabras hay honestidad y
claridad en sus ideales. Se sabe un hombre de izquierdas, de convicciones, de
defensa en lo que cree, de ahí su gran sencillez, sin falsas pretensiones. Pero
destaca en él una carrera cinematográfica impresionante que comenzó en 1966 con
Los
caifanes de Juan Ibáñez, en donde dio vida al
Azteca y de ahí se forjó una gran historia en el cine mexicano que suma
más de 150 películas.
A propósito del
homenaje que le brinda el Festival Internacional de Cine en Guadalajara en su
edición 28, Ernesto Gómez Cruz comparte con Imcine algunas de las experiencias y
motivaciones que ha vivido en su recorrido por el mundo cinematográfico y su
tránsito en el teatro y la televisión. Entre risas el
actor reconoce que su mente está muy maltratada para recordar fechas con
exactitud, porque ya son más de 47 años de carrera. “Ya quiero que lleguen los
cincuenta de hacer cine, porque a estas alturas la salud ya se
resiente.
“Aunque yo
siempre cuidé no destramparme, en este negocio es muy fácil caer en los excesos.
Pero tuve muchos compromisos que cumplir en casa que me obligaron a ser
seriecito, a no salirme de lo que era mi propósito; porque yo vine del Puerto de
Veracruz a la Ciudad de México a estudiar, no quise ser un actor
improvisado”.
Desde que hacía
obras de teatro es un estado natal, periodistas y críticos reconocían su
talento. “Pero yo no tenía noción de nada, de técnica mucho menos, simplemente
el cariño, el gusto de haber descubierto mi vocación, ya tarde, pero la
descubrí”.
Ganador de siete
premios Ariel, cuatro por coactuación y dos por mejor actor, Ernesto Gómez Cruz
dice que después de practicar muchos oficios “como aprendiz, porque nunca fui
maestro de nada” encontró su camino en la actuación, y fue gracias a una obra
que vino al Distrito Federal por un concurso que habían ganado a nivel estatal y
aquí logró obtener una beca para estudiar en el Instituto Nacional de Bellas
Artes. Uno de sus compañeros era Salvador Sánchez, con quien hizo una gran
amistad y compartió el gusto por aprender del arte histriónico.
“Siempre tuve la
convicción, en medio de mi ignorancia, que no quería ser un actor improvisado.
Porque no estoy de acuerdo con eso que a guión aprendido, no hay mal actor”,
expresa el protagonista de cintas como El imperio de la fortuna que le
valió la Concha de Plata a la mejor interpretación en el Festival Internacional
de San Sebastián y en el Festival de Habana, en 1986.
Su talento
actoral lo ha llevado a trabajar con prestigiados directores como Arturo
Ripstein, José Estrada, Felipe Cazals, Paul Leduc, Luis Estrada, entre otros
muchos, sin embargo Ernesto Gómez Cruz elude elegir con quien tuvo una mejor
experiencia, lo mismo si se trata de decidir cuáles considera sus películas
favoritas en las que ha participado, “por respeto a todos, además de que cada
uno de los trabajos que he hecho son importantes por lo que me representaron en
su momento, así haya sido una primera parte o una pequeña
intervención”.
Gómez Cruz se
considera “izquierdoso, creo que desde que nací. Desde que inicié mi carrera
siempre encontré obstáculos, siempre me topé con algo que podría haberme quitado
las ganas de seguir estudiando, y hasta la fecha sigue habiendo ciertas
circunstancias que no permiten trabajar más como yo quisiera.
“Recuerdo que
cuando me vine a estudiar ya tenía esposa, ya venía un niño de mi quinta mujer.
Entonces yo me vine a luchar, pero a pesar de todo siempre encontré el apoyo de
alguien. Yo pienso que he hecho cosas muy buenas pero también creo que eso me ha
costado sangre. Alguna vez fui
congelado dos años por algunos productores cinematográficos, no entiendo hasta
ahorita por qué motivo, pero no me daban trabajo”.
En estos
momentos Ernesto Gómez Cruz ofrece un taller de actuación a gente no profesional
en una casa de cultura, sobre todo a adultos que en algún momento quisieron
actuar pero por diferentes circunstancias no lo hicieron, como una especie de
terapia de sanación. Y siente como si el pasado le reclamara esto, porque como
él cuenta que viene de una familia de curanderos en Veracruz y su destino
parecía que tenía que seguir el camino de la abuela curando a la gente, pero
decidió ser actor y desde esa trinchera ayudar, por eso asegura estar listo para
trabajar con el ánimo y el gusto de siempre.
Como parte del
homenaje que el FICG28 le rinde a Ernesto e Gómez Cruz se proyectará una
retrospectiva de algunas de las películas en las que participó como: Cadena
perpetua, La
víspera, El imperio de la fortuna,
Los
caifanes y Paty Chula.
Para consultar
horarios y sedes de estas funciones consultar www.ficg.mx/28/
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