Armando Álvarez (Ferrell) ha
vivido y trabajado en el rancho de su padre (Armendáriz) en México toda su
vida. Su padre jamás lo ha respetado y continuamente lo agrede y desacredita
porque no lo considera suficientemente “recio”. Los últimos tiempos han sido
difíciles y el rancho enfrenta dificultades financieras. Inesperadamente Raúl
(Luna), hermano menor de Armando, se presenta con su nueva novia, Sonia
(Rodríguez) y son recibidos magníficamente por el padre de ambos hermanos. Ante
los ojos de todos, Raúl es un próspero hombre de negocios internacional, y su
llegada al rancho no es más que la
esperanza de que los problemas financieros del rancho y a todas las deudas en
las que su padre ha incurrido se solucionarán. Pero cuando Armando se enamora
de Sonia y se descubre que los negocios de Raúl no son de fiar, se desata todo
un infierno ya que se encuentran en una guerra con el más temido señor de la
droga en México, el poderoso Onza (García Bernal) que para colmo es tío de la
muchacha en cuestión.
Casa de mi padre es una obra
cómico/dramático/policiaca/musical, que se regodea en la celebración barroca
del kitsch y que impúdicamente se siente feliz de hacerlo. (Sí, también con
seguridad puede proporcionar placer culpable…)
Va coleccionando una serie de elementos y abigarrando su
estética visual, y acopia parlamentos que se transforman en una enorme muestra de casi cualquier
clishe que las cintas llamadas de “serie
b”, (que se caracterizan por poseer todo un conjunto de elementos
primordialmente ligados a la mala manufactura y la baja inversión económica), contienen.
Y no significa de ninguna manera que la película sea
producida así, al contrario, se esmera en parecer serie b y no lo hace “a la ligera”.
Con un guión que pareciera sacado de una copia híbrida y
populachera de cualquier novela gráfica semanal y unas persistentes locuras que
son tan elaboradas como un pastel de merengue de quince años.
Pero una vez más, es parte de toda una conceptualización
sobre una idea estética que se rescata de una manera magníficamente monstruosa.
El Kitsch por antonomasia es exagerado, descocado y sin
límite alguno en las combinaciones que puede hacer, la explosión de lo cursi, con una estética dramático/pastelera netamente popular que remite a un barroquismo de géneros
menores lleno de elementos como los
corazones rojos, flechados y sangrantes, las luces de neón de colores
chillantes, los celofanes brillosos y las imágenes religiosas con make up y
pestañas postizas vestidas en lamé dorado.
Y no se trata de denostar a la categoría Kitsch; no, nada
de eso.
En las películas de serie b, de las cuales hay una rica
tradición en nuestro país y que además son entrañables en la ideología del
mexicano, los elementos visuales y literarios de Casa de mi padre se dan abundantemente. Diálogos que imitan a la
rebuscada manera de las novelas del corazón, faltas de continuidad y
desubicación de parte de los actores de dónde está la cámara, cortinas pintadas
que simulan un edén campirano y estanques profundos que miden solo 50 cm de
hondo, caballos galopantes con cabezas de cartón, vistas traseras de la
carretera en las que un camión pasa una y otra vez, rosas salpicadas de sangre,
fieras con un animatronic mucho más atrasado que las animaciones cuadro por
cuadro, y golpes musicales más conocidos que el: ta,ta ta chaaaaaan….
Obviamente, la cinta debe ser vista bajo esa óptica, es
un jolgorioso homenaje a ese cine de los 60’s y los 70’s entre psicodélico y
alucinado que se gustaba de ver a sí mismo como “aventurero moderno” Para muestra un botón y solo cabe mencionar la épica escena de la boda de Raúl.
Es indudable la buena mancuerna y el entendimiento de
“mala leche” que tiene el equipo de Luna y García Bernal con los productores y
el director, porque en ese sentido consiguen una obstinadamente consistente “mala calidad” abundantes brincos de edición, tomas erróneas,
clishes y más y más clishes hasta ciertas actuaciones son tan acartonadas como
toda cinta serie b que se respete lo requiere.
El reconocimiento es para Ferrell, que se aprende un
personaje en un idioma que no domina, y diametralmente opuesto a todo lo que se
esperaría para el cast, sin duda es una más de las cualidades de la cinta.
A nivel de guión salta a la vista que Casa de mi padre es un esfuerzo enorme por explotar cuanto recurso se
conozca dentro de la abundante fauna de lo cursi y las series b; no hay una
escena que salga sin su respectiva y abundante dosis de decorado/manierismo y
color, enmarcada en toda la ambientación y la música con los movimientos de
cámara y la atmósfera para hacer coincidir en un collage estrambótico, la
comedia ranchera y el western con las cintas y el sentido del mundo de los
narcocorridos y los films de tráfico de droga (como las de los Almada).
Y para no salirnos del humor, sólo basta (a la manera de
cualquier comercial de la época cerrar con: ¡Acción, balazos, drogas, ambición,
canciones y romance en un western ranchero, en vibrantes colores!!! ¡Con un
elenco internacional!
Dirección:
Matt Piedmont
Reparto:
Will Ferrell, Gael García Bernal, Diego Luna, Génesis Rodríguez, Pedro
Armendáriz Jr.,Nick Offerman, Efren Ramirez, Adrian Martinez
País:
México
Año:
2012
Género:
Comedia, acción
Duración:
84 min
Clasificación:
Mayores de 15, violencia uso de drogas
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