Lost
my power
Cuando
Susan se entera de que en la escuela de MJ
va a haber una carrera de autos
hechos por padres e hijos con cajas de jabón, de inmediato se ofrece para
ayudar a su hijo a fabricar uno. Sin embargo el niño está muy poco entusiasmado
con el proyecto. Pero Susan, digamos que está más lista que un equipo de Pit de
las carreras del gran premio de Mónaco. Está tan entusiasmada que inclusive
rechaza la ayuda que le ofrece Lynette: “tal vez podría ayudarte Tom”… Susan
responde que “no gracias”.
Susan
está convencida de que esta es la oportunidad de hacer algo por sí misma, algo en
lo que Mike hubiera sido el indicado, cree que debe sobreponerse y esto la
ayudará. De hecho, hasta logra hacer un auto bastante admisible… es una
verdadera lástima que un camión lo aplaste unos momentos antes de que comience
la competencia… (oooops!)
Claro
que el camión no pasó encima del coche así nada más, no. MJ se encargó de
ponerlo en la calle a propósito… ¿La razón? Que se siente avergonzado de que
todos los niños van a asistir con sus papás y a él lo acompañará su mami… Susan
debe resignarse a esto. Debe tragarse su orgullo y finalmente pedir ayuda. La
ayuda llega en cantidades, ya que cuatro de sus amigos ponen manos a la obra
para reponer el auto: Tom, Bob, Lee y Ben ayudan a realizar la proeza
Se
convierten en mucho más de lo que cualquier niño pudo tener en esa competencia,
su propio equipo de mecánicos especializados que fabrican para él un “corvette”
porque ese era el auto favorito de Mike.
El
jefe de Tom, Gregg (Reed Diamond), desea saber si Lynette querría salir con él
está convencido de que Lynette es el tipo de mujer que muchos hombres andan
buscando. Lynette inicialmente declina las invitaciones pero, cuando descubre a
Tom besándose con Jane en la oficina, le da una segunda pensada y decide
aceptar la oferta de Gregg. Saldrán a cenar…. Y la verdad es que no la pasa mal
con él.
Aunque
curiosamente, la conversación se centra en las diferentes maneras en las que
pueden interferir en la relación de Tom y Jane.
Penny
le da una noticia a su madre… Tom aún no “termina de llenar” los papeles del
divorcio. Así que esto pone a trabajar, aún con más ganas, a Lynette en la
operación “recuperemos a Tom” y singularmente cuenta con la ayuda de Gregg. No
podría ser más ideal… hasta que a Gregg se le va la mano con las “medidas
saboteadoras” y ¡decide enviar a Tom fuera de la ciudad por un tiempo!!! Nada del otro mundo… lo hará responsable de
la oficina en… ¡La India!!!! (En
serio, en qué estaba pensando Gregg?) Lynette está devastada.
Carlos
estaba acostumbrado a ser un gran ejecutivo que producía cifras de varios miles
por hora… pero ahora en su faceta “humanitaria”, apoyando adictos, ganando 12 dólares la hora… las
cosas han cambiado un poco…
Gaby,
por otro lado ha logrado avances meteóricos en su trabajo como asistente
personal de compras en el almacén. Los ojitos le destellan y escucha el
tintineo de la caja registradora en su mente cada segundo desde que conoció a
la recientemente viuda Doris (Doris Roberts) cuya consigna es… gastar los
centavitos que le dejó su multimillonario marido… y desde luego, nadie en el
mundo mejor para ayudarle en eso, que Gaby.
Aunque
también Carlos está aportando lo suyo, pero desde una perspectiva muy
diferente. Carlos ha convencido a Doris de que done una suma importante a la
causa humanitaria en la que él trabaja… ¡Evidentemente ese dinero no representa
ninguna comisión para la cuenta de Gaby!... ¡qué manera de arrancarle esa suma
de las manos a una esposa!
Cuando
se entera de lo que hizo su marido, Gaby se pone furiosa. Esto de la actitud
altruista de Carlos francamente ya le está tocando el hígado… Y como no hay
peor enemigo que una esposa despechada… planea una venganza olímpica contra su
indefenso cónyuge.
En
menos de lo que lo cuento, renueva la oficina de Carlos para hacer sospechar a
Doris que el dinero que ella donó tuvo esos fines y no el ayudar a los adictos
(oh oh!) y como consecuencia lógica, hay un pleito épico entre Carlos y
Gabrielle donde las reclamaciones aparecen en cadena. Obviamente Carlos le
reclama que se empeñe en sabotear la labor de beneficencia que él se está
esforzando en realizar y ella lo acusa de ser un aprovechado que solamente
quiere hacer su voluntad con tal de salirse siempre con la suya.
Renee
se da cuenta de que su prometido no está siendo todo lo sincero que debería,
con respecto al cuerpo que la policía encontró en la construcción. Ella viene
de un matrimonio al que los secretos y las mentiras destruyeron y de ninguna
manera está dispuesta a recorrer el mismo camino por segunda vez. Ben, para tranquilizarle, le asegura que para
nada está guardándole secretos con el fin de herirla después, sino todo lo
contrario.
Renee
no tiene más que conformarse y aceptar eso… por el momento.
Una
vez casados no habrá quién le impida saber toda la verdad. Así que ese es el
lapso que le da para que Ben le confiese todo. Renee está segura que en la noche de bodas,
ella sabrá arreglárselas para que su esposo suelte todo lo que tenga que decir.
Por
su parte, Bree se reúne con Tripp (Scott Bakula) su abogado, para discutir las
estrategias de su defensa mientras toman el lunch. Y aunque nos damos cuenta de
que tienen poco en común, eso no significa que no se sienta que, por extraño
que parezca, la famosísima ley de “los opuestos que se atraen” pudiera
funcionar aquí.
Pero…
el detalle vergonzoso es que durante una de las sesiones del juicio, la parte
acusadora insiste en llamar al estrado a todos los hombres con los que Bree ha
tenido relaciones recientemente. (¿Así o más bochornoso?)
Desde
luego, Tripp debe conocer todos los detalles y para darle confianza a Bree le
confiesa algunos “pecadillos”. Bueno,
Bree toma en cuenta ese esfuerzo y termina por contarle todo su tormentoso y
muy reciente pasado sexual. (¿Habrá hecho bien?)
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